Bayer Leverkusen sigue inmerso en un mar de dudas


La tecla con la que consiguió dar Gerardo Seoane en el Bayer Leverkusen allá por el tramo final de la pasada temporada parece desvanecerse lentamente. Tanto es así que, en las cinco jornadas que llevamos de Bundesliga, el conjunto obrero apenas acumula una victoria y cuatro derrotas, además de ser eliminados en primera ronda de la DFB Pokal.

Son evidentes los fallos que emanan de una plantilla que, el año en que regresan a la Liga de Campeones tras un par de años de ausencia, persiste con más dudas que certezas. Hay quien empieza a buscar culpables en el banquillo, pero es conveniente echar un vistazo un poco más allá.

Una verbena defensiva

No es ningún secreto que los fantasmas defensivos del pasado curso han vuelto a merodear el BayArena. Se pueden clarificar muchas cuestiones con tan solo puntualizar que, aún teniendo en cuenta la cantidad de goles encajados, Hrádecký bajo palos ha sido de lo más potable del Leverkusen hasta la fecha. Ni Bakker ni Sinkgraven parecen terminar de adaptarse en los laterales, y eso ha metido varias jornadas a Seoane en un compromiso mayúsculo.

El caso de Piero Hincapié es también curioso. Sus mejores minutos han llegado siempre ubicado como defensa central, pero no es ningún secreto que el técnico hispano-suizo le ha trasladado como lateral izquierdo comodín en muchas ocasiones dadas las circunstancias. De hecho, el único partido en el que el defensor ecuatoriano jugó como central (ante el Mainz 05, Seoane optó por la línea de 3 defensas) fue precisamente el único partido en el que se consiguió dejar la portería a cero. Pero es que ese mismo partido acabó con las expulsiones de Bakker y el propio Hincapié en el tramo final. Más quebraderos de cabeza para Seoane.

Ahí fue donde entró en escena la variante de Sinkgraven en el lateral, que veía sus primeros minutos de la temporada. Pero ha sido una evidencia que, sin cuajar un mal partido, no ofrece ni la mitad de estabilidad que sí da la banda derecha con Frimpong como bandera. Y la realidad es que no hay mucho más donde elegir en la plantilla para intentar neutralizar el esperpento defensivo. Si Seoane opta por salir con Hincapié como central, gasta su mejor carta y se ve obligado a asumir riesgos en las bandas. Quizás como lateral el sudamericano no brille tanto, pero sí cumple y da más respiro táctico al técnico.

En Leverkusen sólo hay fe ciega en Patrick Schick

Siendo evidente el paso adelante que ha dado Moussa Diaby en cuanto a juego asociativo e individual desde el pasado curso, el único estandarte ofensivo que posee el Leverkusen es a día de hoy Patrik Schick. Si bien la firma de Adam Hložek trajo ilusión al club, siendo el único fichaje además de la cesión de última hora de Callum Hudson-Odoi acelerada por los resultados, nadie asume galones arriba salvo él. Azmoun no consigue entonarse, Paulinho sigue en esa nube de irregularidad que ya conocemos y las bajas de larga duración de Wirtz y Adli están también haciendo estragos. Ninguno de los recambios de los que dispone consigue ser decisivo, algo que se puede extrapolar al apartado defensivo.

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Con todo lo mencionado, y sin opciones ya tras el cierre del mercado de fichajes, el Leverkusen tiene que afrontar una temporada atípica, con partidos de Champions casi todas las semanas dada la compresión del calendario por el Mundial de Qatar 2022, con una plantilla con muchas limitaciones. Lo poco de lo que puede presumir ahora mismo Gerardo Seoane es de contar con la confianza de su directiva, que parece tener fe en revertir la situación a su lado. Pero necesita redirigir el rumbo cuanto antes porque, en términos cortoplacistas, las previsiones no son para nada buenas.