El derbi que no era derbi


En “The Road to the Wigan Pier”, George Orwell documentó las condiciones de vida de las clases populares inglesas. La pobreza y el desempleo durante la década de los años 30. Sus investigaciones se centraron en el norte industrial, principalmente en los condados de Lancashire y Yorkshire, donde vivió como un minero más. Empezó a discernir sobre una sociedad utópica que terminó retratando en el conocido 1984. Pero no nos vayamos por las ramas. En el Wigan Pier empieza el relato del pasado sábado. Debí desviarme justo allí para llegar al DW Stadium junto al canal que sigue al río Douglas. Pero decidí no cruzar porque venían coches. Impaciente. Decidí seguir recto hasta que mi única alternativa fue llegar al campo de fútbol a través de una zona comercial. No tiene el mismo encanto, claro. Tampoco quedó impresionada la afición del Blackburn Rovers, que hizo evidente su parecer mientras abarrotaban uno de los fondos. Wigan es un sitio de mierda, me quiero ir a casa, cantaron.

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Tercera ronda de la FA Cup, cuando los equipos de las dos divisiones más altas del fútbol inglés se unen a los supervivientes de un torneo que empezó en verano. El sorteo deparó encuentros especiales, como el viaje del Chesterfield FC -de quinta categoría- a Stamford Bridg. O casi-derbi, como prefieran. Dos pueblos a menos de 30 kilómetros de distancia, pero con historias y rivalidades distintas. Los Latics no pueden ver al Bolton Wanderers, y los Rovers no aguantan al Burnley. En un pueblo siempre reinó el rugby por encima del fútbol, y el equipo de balompié del otro es uno de los más importantes en la historia de este deporte. Uno de los primeros referentes como mínimo. La cercanía entre Wigan y Blackburn impide que reine la indiferencia. Hay cierta animadversión, pero a lo mejor hoy tampoco es el mejor día para comprobarlo. Mi amigo Martin me dejó clara la postura de la parroquia local. Le avisé que estaba en el estadio, pero él había decidido no ir. Y no fue el único. “Quiero que perdamos”, me dijo. “Nos han suspendido un montón de partidos y ahora tenemos que jugar 27 en cuatro meses. Además, ya hemos ganado la FA Cup”, y emoji con gafas de sol.

Así es. Los dos equipos están a otra cosa. Cada uno con sus ascensos. El Blackburn Rovers es segundo en segunda, con Ben Brereton Díaz como flamante estrella. Buscan el regreso a la Premier League. El Wigan Athletic es cuarto en League One. Ocupa puestos de playoff. Por ello, en la sala de prensa se vivió con especial intensidad el duelo entre Wycombe Wanderers y Sunderland, rivales directos en liga. Los rojiblancos creyeron ganar con un gol en el 93, pero los arlequinados lo empataron en el 98 para alegría. 3-3. Un presagio que no entendimos. Básicamente porque ninguno de los equipos parecía querer ganar el partido. En una temporada atareada, sumar un encuentro más al calendario quizá no sea recomendable. Pese al aura y al romanticismo que envuelve a la FA Cup. Muchas veces exagerado, todo sea dicho. No verán la primera parte de este partido en ningún video promocional, es lo que trato de decirles. Por suerte, ambos equipos se lanzaron al ataque en el segundo tiempo. Sin miedo a perder, pero sí a ganar.

Foto: Xavi Heras / Marcadorint.
A la izquierda, el fondo visitante. En la grada central, el principal foco de animación de la hinchada local.

Lo más destacable del primer acto fue la lesión de Sam Gallagher y el tanto anulado a Brereton Díaz al borde del descanso. Reda Khadra entró en el puesto de Gallagher y abrió el marcador en el inicio de la segunda mitad. Recibió de Díaz en la izquierda y fue centrando su posición hasta alcanzar la frontal. Allí disparo raso y ajustado al palo derecho de Jamie Jones, que no pudo sacarla. Premio al dominio ejercido por los visitantes hasta el momento. Minutos antes se confirmaba la eliminación de el archienemigo del Rovers, el Burnley, a manos del Huddersfield. Animados con su ventaja, la gente de Blackburn empezó a cantar aquello de Al Burnley le meten palizas allá donde va. Al cántico se unió la hinchada local para meter un palo al Bolton Wanderers sin venir a cuento. Demasiado tranquila había estado toda la tarde, algo que recriminaron los espectadores del equipo rival con otro cántico escatológico. Vuestra animación es una mierda.

A la hora de juego llegó el empate. De la nada. Pese a su nombre, Max Power disparo desde la frontal sin demasiada potencia, pero el balón dio un bote que desconcertó al portero Aynsley Pears. Se encendió el DW Stadium con el gol. Rara vez hay un ambiente ruidoso en un recinto en el que rara vez se cuelga el cartel de no hay entradas. Tras una tarde relativamente tranquila, los y las Wiganers con más ánimo se arrancaron con cánticos. Se nos olvidó que estábais aquí, fue la respuesta desde el fondo visitante, que se habían pasado todo el primer tiempo recriminando la pasividad de los locales a la hora de apoyar a los suyos. Doce minutos después del empate, el Wigan dio la vuelta al marcador. 2-1 tras una pifia del portero del Rovers en un córner. Manos de mantequilla ante un balón colgado. Y gol. Se vino muy arriba entonces la afición de los Latics. Lógicamente. Entonó entonces un repertorio en el que se incluyeron éxitos como Uno a cero y la habéis cagado, Ahora ya no cantáis y Al Blackburn le meten palizas allá donde va en un giro dramático de guion. Parecía ensayado. Y finiquitado. Callum Lang, un joven delantero al que le han echado el ojo varios equipos de Premier League, pudo sentenciar poco después. Pero su disparo salió alto después de una buena internada de Gavin Massey por la derecha.

El Rovers estaba fuera del partido, pero volvió a meterse en él tan súbitamente como había salido previamente. El andaluz Daniel Ayala saltó más que nadie para cabecear un córner. Para empatar en el minuto 88. Para asestar un golpe a los locales. Y para exaltar a los suyos. Bomba de humo para celebrarlo. El fondo visitante se tiñó de rojo mientras emergían nuevamente las voces de la obviedad. Ahora ya no cantáis, le espetaban a un Wigan al que le quedaba un turno de palabra. Y ya saben, quien ríe último ríe mejor. Para broma el saque de esquina al primer palo en el segundo minuto de descuento, ya superado el 90. Por fortuna, el balón regresó al lanzador. Se lo quitó pronto de encima, como el que no quiere hacer una tarea y la hace mal a propósito. Para quitársela de encima. Ahora tú, pareció decirle a Thelo Aasgaard. A un tipo que hace cinco años ya marcó de rabona desde fuera del área al propio Blackburn Rovers con el sub15 de los Latics. El noruego volvió a hacer de las suyas. Recortó con pierna izquierda y colgó la pelota al segundo palo. Su centro se convirtió en tiro según superaba a la zaga rival y al portero para cerrar la tarde con el definitivo 3-2. Con el YESSSSSSSSSSS!!!! más sonoro del día.

Fotos: Xavi Heras (MarcadorInt).