El Palmeiras de Abel Ferreira conquista su segunda Copa Libertadores en 10 meses


La final de Montevideo comenzó con más asientos vacíos de lo que debería. El Flamengo y el Palmeiras jugaban en busca de su tercer título de la Copa Libertadores. El que entró con la postura de un campeón, sin embargo, fue el Porco. Y quien tuvo gran protagonismo fue Abel Ferreira. La victoria en la final, frente a un Flamengo muy superior a nivel individual, lleva su sello. Para el encuentro, Abel cambió totalmente el equipo respecto a como venía jugando últimamente, en un 4-2-3-1, con Gustavo Scarpa por la derecha, Dudu por la izquierda y Raphael Veiga en el medio. En el Centenario el dibujo era un 5-4-1. Scarpa jugó como carrilero izquierdo, Dudu por la derecha, a pie natural, así como Veiga, por la izquierda; el lateral uruguayo Joaquín Piquerez desempeñó el papel de tercer central. La idea del portugues era solidificar la defensa y salir en velocidad a la contra. El Flamengo llegaba al partido con una gran duda: no estaba claro si Renato Gaúcho alinearía a Giorgian De Arrascaeta o a Michael. El uruguayo es probablemente el mejor jugador en activo en el continente, pero venía de una lesión y no era titular con el Flamengo desde el inicio de octubre. Michael, un extremo eléctrico y muy habilidoso, ocupó su puesto y ha sido el mejor jugador del equipo: es el segundo máximo goleador del Brasileirão, con 13 goles. Renato optó por el uruguayo.

En el duelo de entrenadores, Abel se adelantó desde el principio: en el minuto 6, Gustavo Gómez dio un espectacular pase largo a Mayke, que sólo fue titular porque Marcos Rocha no pudo jugar. El lateral derecho recibió con mucha libertad, es cierto; pero tuvo la compostura necesaria para hacer exactamente lo que debía en la jugada: no centró directamente al área, sino que dio un gran pase a Veiga, que venía solo desde atrás; el mediapunta, que es uno de los mejores jugadores del Verdão esta temporada, no perdonó; con un disparo fuerte y rasante marcó el 1-0 para el Palmeiras.

Palmeiras 2 (Veiga 6′, Deyverson 95′)

Flamengo 1 (Gabigol 72′)

Flamengo vs Away team - Football tactics and formations

Pocos minutos después de marcar, el Palmeiras seguía atacando. Dudu recibió libre y centró al área, Rodrigo Caio despejó de cabeza y casi metió un gol en propia puerta. La tónica del partido pasó a ser el Flamengo con el balón y el Palmeiras defendiendo con su 5-4-1, explorando los avances de Dudu y Veiga por las bandas y del rapidísimo Rony por el centro. Era el escenario ideal para el Verdão. Especialmente porque el Flamengo ha tenido muchas dificultades contra equipos que se cierran y le ceden el balón, como ocurrió contra el Athletico Paranaense en las semifinales de la Copa de Brasil, donde los de Renato Gaúcho acabaron eliminados. El entrenador que ganó la Libertadores en 2017 con el Grêmio es conocido por ser bueno desde el punto de vista de las relaciones humanas y saber cómo comandar un grupo. Sin embargo, desde el punto de vista táctico, tiene carencias. Esto quedó claro cuando fue humillado por Jorge Jesus en el Flamengo 5-0 Grêmio de las semifinales de la Libertadores de 2019. Ahora, en Montevideo, era Abel quien controlaba el juego a su manera.

El Palmeiras fue muy superior en la primera parte. El Flamengo llegó un par de veces: primero con Bruno Henrique, en el minuto 16, cuando recibió solo en el área, pero tardó en disparar. Unos minutos después, Arrascaeta encontró a Gabigol en el área, pero el delantero no pudo cabecear con fuerza. Mientras tanto, el Palmeiras seguía escapando bien con sus tres hombres de ataque. Los rubro-negros tuvieron un 65% de posesión en el primer tiempo. Pero no había la más mínima organización ofensiva, una de las características distintivas de los grandes entrenadores. Por parte del Palmeiras, Mayke y Danilo, que no son titulares en el equipo, realizaban un partido muy seguro. Antes del descanso, el Flamengo tendría su mejor ocasión hasta entonces: Gabigol encontraría a Bruno Henrique en el área; el delantero pasaría el esférico a Arrascaeta, que remataría sin potencia, con la pierna izquierda.

A la vuelta de la segunda parte todos pedían la entrada de Michael. Pero Renato volvió con los mismos jugadores. Y el Flamengo regresó bien: en los primeros quince minutos llegó cuatro veces al área del palmeirense con peligro. Una de ellas fue una ocasión clamorosa: Gabigol, totalmente solo, no pudo alcanzar un balón que pasaba por delante de él, a pocos metros de la portería. Pero el Palmeiras también amenazaba, como cuando Piquerez encontró a Rony y el delantero obligó a Diego Alves a realizar una gran parada. En el minuto 62, Renato hizo lo que los miles de hinchas flamenguistas presentes en el Centenario pedían: puso a Michael en lugar de Everton Ribeiro, extremadamente apagado en la final. El extremo entró por la derecha; no es precisamente el puesto en el que mejor juega. A Michael le gusta jugar por el costado izquierdo, encarando hacia la portería. El Flamengo continuaba buscando el gol de forma desordenada; el Palmeiras se replegaba, ahora quizás de forma exagerada. Sin el balón, el equipo corría mucho para llenar los espacios. Esto se notó en el estado físico de los jugadores: los dos pivotes se lesionaron. Entraron Patrick de Paula y Danilo Barbosa. En el minuto 71, Arrascaeta recibió por la izquierda y, tras un rápido giro, tocó para Gabigol; el delantero disparó con fuerza al lado de Weverton, que quizás esperaba un centro. Era el empate rubro-negro en un raro fallo del portero de la Seleção. Los hinchas del Flamengo cantaban en el Centenario. Parecía que el segundo gol llegaría pronto. En el minuto 85, Michael, en la banda derecha, recibió la que pudo ser la ocasión que definiría el partido: tras un error de Piquerez, dominó completamente solo, de cara a la portería, pero disparó fuera. En Brasil se dice que quem não faz, leva, es decir, cuando un equipo falla una oportunidad clara, seguramente encajará un gol enseguida.

La final se iba a la prórroga. Y entonces entraría de nuevo en acción Abel Ferreira, con otro rasgo que diferencia a los grandes entrenadores: la capacidad de intervenir en el partido, cambiándolo por completo. Fue lo que hizo el portugués cuando sacó a Veiga para poner a Deyverson. Con la entrada del delantero centro, Rony pasaría a la izquierda, y en la derecha estaría Wesley, que entró por Dudu. Tras cuatro minutos en el campo, Deyverson aprovechó la que se convertiría en la jugada de su carrera: Andreas Pereira falló un control cuando estaba solo cerca del área del Fla; el delantero, lleno de energía, le quitó el balón, avanzó a toda velocidad y remató a la izquierda de Diego Alves. En la celebración lloraba efusivamente. “He renunciado a muchas cosas para llegar aquí”, decía tras el encuentro. Y lo que era el momento más feliz de la vida de Deyverson, era también una acción que podría perseguir a Pereira -cedido por el Manchester United al Flamengo, y que ha hecho una gran temporada en Brasil- durante años. Terminó siendo la jugada que decidió la final. En los minutos siguientes, el Palmeiras seguiría defendiendo con maestría; el desorganizado Flamengo no lograría atravesar el muro levantado por Abel.

El 2 de noviembre de 2020, el portugués llegaba a Brasil; 392 días después, regresará al país, ahora desde Uruguay, con su segunda Libertadores. Ambas ganadas en 2021. Es el primer equipo que conquista dos títulos consecutivos desde el Boca de Carlos Bianchi (2000 y 2001). El Porco se une a los mayores campeones brasileños de la historia de la Libertadores (Grêmio, Santos y São Paulo) con tres títulos y Abel se incorpora al panteón de los entrenadores más exitosos del continente.

En el minuto 121 las cámaras enfocaban a Pereira, ya sustituido. Él miraba desde el banquillo, incrédulo; en sus manos una camiseta que le tapaba la boca y la nariz. Sólo aparecían sus ojos. Unos ojos que lo decían todo. En el minuto 123, otra vez; ahora ni siquiera aparecían sus ojos, él los apretaba, como si quisiera esconderse del mundo. Nestor Pitana alzó los brazos. La noche caía en Montevideo. Al igual que en el de Pereira, en los rostros de Deyverson y Abel corrían lágrimas. Las lágrimas eran las mismas, pero detrás de ellas había mundos diferentes. Sus ojos brillaban.

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 Foto de portada bajo licencia Creative Commons 4.0.