El profesor Rangnick – MarcadorInt


Cosas de la vida, Ralf Rangnick iba para profesor. Estudió Inglés y Educación Física en la Universidad de Stuttgart con la intención de dedicarse a ello. Por aquel entonces, a finales de los años 70, también jugaba en el filial del equipo de la ciudad. En clase coincidió con más deportistas, de distintas disciplinas. Compartieron sus rutinas, sus entrenamientos, y también una nueva asignatura: Ciencias del Deporte. Ahí empezó su fijación por la preparación física y en la Universidad de Sussex, en Inglaterra. Allí estuvo un curso, y jugó para un equipo local, el Southwick FC. Allá, en la costa, cuentan que llegó demasiado temprano a su primer partido porque entendía que debían calentar, cosa que no hizo nadie más. En el segundo recibió una entrada por detrás, se rompió tres costillas y una de ellas le perforó el pulmón. Cuatro meses estuvo en el hospital el alemán. Menudo erasmus.

Poco después de regresar a su país entendió que lo suyo sería los banquillos, aunque se resistió a colgar las botas. Fue jugador-entrenador del equipo de su pueblo y pronto llegaron los éxitos, aunque siempre con modestos y en la cantera del Stuttgart. Seguidor del AC Milan de Arrigo Sacchi y el Dinamo de Kiev de Valeriy Lobanovskyi, no encontró hueco en ningún equipo de renombre. Sus excéntricos modos no casaban con el conservadurismo de la vieja guardia alemana.

Hoffenheim. Foto: MarcadorInt.
Con el Hoffenheim, Rangnick logró dos ascensos consecutivos hasta llevarlos a la Bundesliga. Foto: MarcadorInt.

De Ulm a Hoffenheim

En 1995 tomó las riendas de otro club de su región, Reutlingen 05, con quien terminó cerca de los puestos de ascenso a la segunda categoría. El siguiente curso arrancaron fuertes, nuevamente, pero Rangnick se marchó en enero de 1997 a su antiguo club, el Ulm 1846 con quien terminaría subiendo a la Bundesliga 2. Tras una campaña de adaptación a la nueva división lograron un nuevo ascenso en 2000. Por primera vez en su historia, el equipo de Baden-Württemberg estaba en la máxima categoría de su país. Sin grandes estrellas ni un gran presupuesto.

El trabajo de Ralf Rangnick estaba ahora en prime time, pero no tuvo buena acogida entre los pesos pesados de los banquillos teutones. Regresó a Stuttgart, para dirigir al primer equipo en esta ocasión, con más pena que gloria. Se redimió subiendo al Hannover 96 en su primer curso. Perdió su puesto por problemas con la dirección del club, como sucedería también en el Schalke 04. Regresó a la tercera división, donde el billonario Dietmar Hopp le presentó un nuevo reto: ascender a un equipo de un pueblo de 3.260 habitantes hasta la Bundesliga. Os suena el Hoffenheim, ¿verdad? Ese fue el equipo. Ya en la cima, Rangnick quería más pero entendió que sus superiores se conformaban con lo que había cuando vendieron a Luiz Gustavo al Bayern de Munich.

El escudo del RB Leipzig. Foto: Steffen Prößdorf bajo licencia Creative Commons 4.0.
El escudo del RB Leipzig, equipo al que Rangnick ascendió a Bundesliga y llevó a su primera final de la Pokal. Foto: Steffen Prößdorf bajo licencia Creative Commons 4.0.

Su obra maestra

Otro tipo con billetes llamó a su puerta. Dietrich Mateschitz vio lo que Ralf había logrado en Hoffenheim y dobló la apuesta. Más ascensos, pero con varios clubes de fútbol. Los de la factoría Red Bull. En 2012 se convirtió en el director deportivo del Salzburgo y el Leipzig, aunque dejó a los austriacos en dos etapas, ambas para entrenar a los alemanes, que habían ascendido de la cuarta a la segunda categoría. Él los llevó a Bundesliga en la campaña 2015/16 y regresó a su despacho. Repitió en la 2018/19 cuando el equipo del este de Alemania volvió a necesitarle al no poder contratar, aún, a Julian Nagelsmann. Y volvió a responder, metiendo al Leipzig en la primera final de la DFB Pokal de su historia.

Su obra maestra. Sus ideas, dentro y fuera del campo, llevado a una lista de clubes a los que se añadirían los equipos de Nueva York y Bragantino. Allí, el Profesor impartió cátedra, y varios de sus alumnos. En la Premier League se encontrará con algunos de los graduados más exitosos: Jürgen Klopp y Thomas Tüchel. Ambos ayudaron a expandir la idea del gegenpressen. Trabajo duro, colectivo, intenso, una defensa compacta y transiciones rápidas. Ocupar espacios para recuperar la pelota lo más cerca de la meta contraria. Y hacerlo, para crear una ocasión lo más rápido posible. Y marcar, claro. Ante el Crystal Palace, en el debut del alemán en su nuevo banquillo, el Manchester United solo logró anotar un gol. Aunque fue el partido en el que más recuperaciones hicieron del presente curso. Quizá, los jugadores estaban demasiado preocupados de presionar como quiere el entrenador, de gustarle. O quizá no tienen el estado físico óptimo para, no solo cumplir con la tarea, sino rematarla eficientemente. Una actuación desde la que crecer. “Me sorprendió el estado físico y la intensidad”, dijo Rangnick en la rueda de prensa posterior a la victoria contra el Palace. “La primera media hora fue fantástica. Creo que tuvimos un ritmo muy alto, mucha intensidad y que siempre llevamos la iniciativa. Lo único que faltó en esa media hora fueron uno, dos o tres goles”.

 

Foto portada: Thomas Rodenbücher bajo licencia Creative Commons 2.0