Eternas promesas


El fútbol es un baile de disfraces. El carnaval de Venecia. Ahora la careta de meme, ahora la careta de Dios. ¿Cuál es la parte buena? La que hay detrás. No compramos a la persona. Compramos al futbolista. Para llamarle fracasado. Para llamarle triunfador. Para llamarle paquete. Para llamarle Balón de Oro. El fútbol es un deporte caníbal. Heredero tras heredero. Hace cinco minutos ya fue ayer. Ahora es ahora. La pelota es el exprimidor. Los jugadores, las naranjas. Te saco todo el jugo. Me lo bebo. Y a la basura.

No devoramos partidos, equipos o goles. Ni siquiera jugadores. Las personas devoramos personas. No vamos al campo a ver un partido, a celebrar un gol, a vibrar con un futbolista. Vamos a merendar seres vivos. Tú vales, tú no vales. Emperadores romanos en las gradas del anfiteatro. Pulgar hacia arriba o hacia abajo. Usar y tirar. Se lleva lo efímero. Lo superficial. Las etiquetas. El mundo tiene prisa. Los aficionados tenemos prisa. Los futbolistas tienen prisa. Su carrera dura poco más que la vida de un perro. Veinte años de carrera y una eternidad de expectativas.

 Imaginaos que echáis un euromillón. Cinco números y dos cruces. Pagáis los dos euros y empezáis a pensar en el dinero. No como imaginación, sino que contáis con él de verdad. Vais al concesionario, probáis tres Ferraris y elegís uno. Preguntáis en inmobiliarias y dais la fianza para un piso. Escogéis piscina, reloj, casa en la playa. A las pocas horas, no os toca nada. Pues creo que eso es lo que les pasa a los futbolistas. Apuntan maneras y encargan una vida que después no pueden vivir. Y en gran parte es nuestra culpa.

Vinícius es el mejor ejemplo. Le metimos cosas en la cabeza. Cómo regatea. Se va de todos. Qué descaro. No le pesa el escudo. Verdades o no, eran nuestras esperanzas. Nuestras expectativas, no las suyas. Nos autoinvitamos a la fiesta del futuro de Vinícius. Lo peor del futuro es que al poco tiempo se convierte en presente. Y hay que rendir cuentas. A esa hora ya nos hemos ido de la fiesta. Lo hemos dejado solo con nuestras expectativas. Apáñate.

Luego nos extrañaremos si Kiko Femenías sufre una crisis de ansiedad antes de entrar al campo como Kiko Femenías. Nos llevaremos las manos a la cabeza si Bojan rechaza ir a la Eurocopa. Alucinaremos si Iñaki Álaba deja la élite. Nos santiguaremos si Enke va un paso más allá. Sabemos lo que es el quinto metatarsiano, dónde está el bíceps femoral y cuánto dura una lesión en el sóleo. ¿Y la ansiedad?

A Vinícius le dijeron lo mismo que a los que nacimos en los 90. Estudia, trabaja, lábrate un futuro, esfuérzate. Ahora se ve que hay que hacer más másters. Que nos hemos zampado dos crisis por nuestra culpa. Vinícius es Júnior, como nuestros contratos. Fuimos la eterna promesa, pero. Apuntábamos maneras, pero. Ojalá ser Toni Kroos: llevar siempre las botas impolutas, no despeinarse jamás, llegar siempre a tiempo. Kroos hace macarrones y no le sobran ni le faltan. Pero me temo que somos Vinícius. Sus resbalones son nuestras caídas. Sus fallos a puerta vacía son los nuestros. Errores necesarios para acertar. El pasado del verbo ganar no es gané. Es perdí.

Imagen de portada: Yannis Halas/Focus Images Ltd

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