Gracias por tanto, Dinamarca – MarcadorInt


Este texto no es un análisis, ni un reportaje ni nada por el estilo. Estas líneas pretenden ser un tributo. Una forma de decirle gracias a un país, una selección, un entrenador y unos futbolistas que nos han hecho vibrar todos juntos en la Eurocopa más especial que recordaremos en muchísimo tiempo. Me vais a perdonar de antemano porque nunca me he enfrentado a un folio en blanco para escribir algo parecido, y si soy sincero no tengo demasiadas esperanzas puestas en que vaya a salir bien, pero hay algo dentro de mí que me pide redactar este texto con el corazón y no con la cabeza. La vida es como es, como cantaba Frank Sinatra, y no como a nosotros nos gustaría que fuese, pero esta Eurocopa ya formará parte de nuestros recuerdos porque lo que menos podíamos esperar es que la tragedia fuese a llamar a las puertas del fútbol precisamente este verano cuando todos, por mil motivos, estábamos deseosos de celebrar disfrutando de la cita; justo en el torneo en el que, a través de la televisión, hemos sentido que la vuelta de los aficionados a los estadios es la victoria que los amantes de este deporte llevábamos mucho tiempo queriendo festejar.

Todos íbamos con Dinamarca ante Inglaterra. Todos hemos festejado los goles de esta selección como si fuesen nuestros. Y todos, en algún momento estos días, nos habíamos imaginado a Simon Kjaer, el capitán, levantando este título sobre el césped de Wembley porque era el final perfecto para esta historia. Pero Dinamarca en realidad no necesitará este trofeo para ser por goleada la campeona de esta Eurocopa. El fútbol no es ni será nunca solamente un deporte donde 22 jugadores corran detrás de una pelota, porque reducir una cosa tan maravillosa como esta a una definición tan simple sería como decir que la música son solo puntos sobre un pentagrama. El fútbol es historia, cultura, geografía y son los recuerdos que algún día desempolvaremos con quien nos acompañe en nuestro viaje. El fútbol es la cosa más importante de las cosas menos importantes, y todos, incluso aquellos infieles que aún no saben que también se enamorarían de este modo de entender la vida, hemos recibido una lección por parte de Dinamarca que deberíamos guardar siempre.

La selección danesa antes de la prórroga ante Inglaterra. Foto: Paul Chesterton/Focus Images Ltd
La selección danesa concentrada antes de la prórroga ante Inglaterra. Foto: Paul Chesterton/Focus Images Ltd

Yo tengo una manía muy particular. Las personas que más me quieren (que son los que más veces han pagado esta tara que debo traer de serie, porque no sé desde cuando soy consciente de ella) se miran encogiéndose de hombros cuando saco a relucir este talento. Guardo todos los momentos de mi vida con algún recuerdo futbolístico. Todos. Los buenos y los que no me gustaría volver a rescatar por miedo de que pueda romperse la cuerda. Por ejemplo, sé perfectamente qué estábamos celebrando en familia cuando Ronaldo Nazario le hizo un doblete al Deportivo Alavés. Recuerdo como si fuese ayer que España e Italia jugaron en el Bernabéu en septiembre de 2017 porque ese día estaba de boda. Y podría decir perfectamente dónde estaba la mañana que me enteré viéndolo jugar que el portero de Francia en el Mundial 2002 era calvo y tenía perilla. Así con todo. Partidos, finales, fichajes y un sinfín de recuerdos que guardo perfectamente ordenados entre trabajo, celebraciones, viajes y momentos de mi vida, que es tan normal como la de cualquier mortal.

Ahora también sé que el 12 de junio de este verano me va a acompañar para siempre. Qué, cuándo, dónde y con quién. Ya conté en uno de los podcasts de esta Eurocopa 2020 que el desvanecimiento de Christian Eriksen me cogió en el plató de Mister Underdog. Y lo que menos podía imaginarme después de todo es que hoy estaría redactando estas líneas que celebran la vida horas después de que Dinamarca cayese (con honor) en semifinales. Fútbol es el golazo de Patrik Schick ante Escocia, la Hungría de Marco Rossi peleando en el grupo más difícil, la victoria de Suiza ante Francia en los penaltis, las paradas de Unai Simón en la prórroga ante Croacia o el exterior de Luka Modric. El fútbol son emociones, historias y recuerdos. Es el consuelo desesperado de Kasper Schmeichel y Simon Kjaer, es la barrera improvisada para proteger a su compañero de los instintos más perversos del ser humano, son las lágrimas de Pierre-Emile Hojbjerg tras derrotar a la República Checa recordando a su padre, son las celebraciones de todo el grupo después de cada gol y es el sentimiento que todos hemos compartido por esta selección. El fútbol es extraordinario; es capaz de unir a millones de personas en el mundo como ninguna religión o partido político ha conseguido hacer nunca. Esta Eurocopa será siempre la de la campeona de esta historia: Dinamarca.

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Foto de portada: Paul Chesterton/Focus Images Ltd.