Grêmio, de la cima del continente al borde del descenso


O Grêmio vai jogar a Série B!, cantaba el Beira-Rio tras la victoria (1-0) del Internacional sobre el Grêmio el último sábado. El estadio estaba ocupado exclusivamente por hinchas colorados, algo inédito en la historia de uno de los mayores derbis de Brasil, el Grenal, que se jugó por primera vez en 1909.

La ausencia de los gremistas en el Beira-Rio se debió a un episodio ocurrido el fin de semana anterior, en el Arena do Grêmio, en un partido entre los anfitriones y el Palmeiras. El encuentro era crucial para las aspiraciones del Tricolor de permanecer en la Série A. El Grêmio abrió el marcador en el minuto 12; al final de la primera parte, el VAR apareció en escena, indicando la posibilidad de un penalti sobre Marcos Rocha; el árbitro lo señaló. Raphael Veiga empató el partido y, cinco minutos más tarde, marcó otra vez. En la segunda parte, a falta de tres minutos para el final, Elias Manoel marcó el segundo del Grêmio, pero apareció de nuevo el VAR, señalando un fuera de juego. El gol fue invalidado. Unos minutos después, Breno Lopes anotó el tercer tanto del Palmeiras. La frustración por el resultado sumada al salvajismo de algunos “hinchas” que se encontraban en el estadio culminó con la invasión por parte de algunos de ellos en el terreno de juego. Recorrieron con odio el césped del Arena do Grêmio con el objetivo principal de destruir el propio aparato del VAR. Por suerte no había jugadores en el campo, de lo contrario podría haber ocurrido una tragedia. Por ello, el Superior Tribunal de Justiça Desportiva (STJD) dictó una orden judicial que impedía la presencia de gremistas en el derbi.

El Grenal 434 (el derbi es tan importante que cada partido se cuenta) comenzó con el Grêmio tomando la iniciativa: tenía el balón en el campo de ataque e intentaba crear ocasiones; el Internacional de Diego Aguirre se defendía y se preparaba para salir rápidamente a la contra. A medida que avanzaba el encuentro, los nervios empezaron a dispararse y las entradas se hacían cada vez más intensas. Al final de la primera parte, Edenílson, que estaba muy bien en el partido, dio un pase largo espectacular, encontrando a Taison en el segundo palo; el delantero cabeceó el balón al fondo de la red. Edenílson, por cierto, merece una mención de honor: es uno de los mejores jugadores del fútbol brasileño en los últimos años. No es casualidad que Tite lo haya convocado recientemente a la Seleção, y no sería de extrañar que estuviera en Qatar en 2022. En el Brasileirão de este año, por ejemplo, lleva nueve goles y siete asistencias, cifras elevadas para un centrocampista. El jugador de 31 añ0s, que al principio de su carrera destacó sobre todo por sus cualidades físicas, que le convertían en un excelente e incansable todocampista, ha ido añadiendo a esas cualidades una notable finura técnica, siendo la espectacular asistencia a Taison un ejemplo de ello. Es el comandante del centro del campo del Inter.

El Grêmio acusó el golpe. Tras el descanso, volvió a intentar tomar la iniciativa y tener más el balón -tuvo el 65% de la posesión en la segunda parte-, pero no pudo hacer daño a la portería de Marcelo Lomba. Vagner Mancini realizó cinco cambios, llenando el equipo de jugadores ofensivos, pero el gol no llegó; el 1-0 se mantuvo en el marcador. Tras el pitido final, los colorados celebraban. Durante el partido se vieron algunos ataúdes con los colores del Grêmio en las gradas. Pocos minutos después del final del encuentro, dos de ellos estaban en las manos de Patrick, jugador del Internacional, que los alzaba como si fueran trofeos; los hinchas del Inter exultaban, coreando que su rival jugaría en Segunda. Pero los jugadores del Grêmio aún no habían abandonado el campo y, al ver esa afrenta de Patrick, se dirigieron violentamente hacia él; se desató una confusión generalizada en el terreno de juego.

Las provocaciones entre ambas aficiones es algo recurrente. En Brasil es prácticamente unánime que el Grenal es el derbi con más rivalidad del país. Esto se debe especialmente a que las rivalidades en los estados de Rio de Janeiro y São Paulo se dividen entre los cuatro grandes. En Rio Grande do Sul, como en Minas Gerais, sólo hay dos grandes. Pero los dos de Minas (Atlético Mineiro y Cruzeiro) no son unánimes en el estado (un estado que, por cierto, tiene unas dimensiones gigantescas, siendo más grande que España). Es normal, caminando por las calles de ciudades del interior de Minas Gerais, ver muchas camisetas del Flamengo, por ejemplo. Esto no ocurre en la capital, Belo Horizonte, es cierto; pero en el resto del estado sí. Rio Grande do Sul, sin embargo, se divide entre gremistas y colorados. El Grenal es siempre el derbi más caliente, y el más violento. En 2020, por ejemplo, los rivales se enfrentaron por primera vez en la Libertadores. ¿El resultado? Ocho tarjetas rojas. No hace mucho, fue Luan, entonces jugador del Grêmio, quien levantó un ataúd rojo en el césped del Arena do Grêmio, para deleite de los aficionados tricolores. Antes de los derbis, la afición gremista respetaba un minuto de silencio, en homenaje al Inter, que estaba “muerto” (en referencia al descenso del colorado en 2016).

A día de hoy, el contraste entre el momento de ambos equipos es llamativo: el Inter es el actual subcampeón de Brasil, se quedó a centímetros del título -que persigue desde 1979- del Brasileirão 2020 y, esta temporada, tras un inicio complicado con Miguel Ángel Ramírez, ha encontrado el camino con Diego Aguirre y va séptimo; su objetivo es clasificarse directamente para la fase de grupos de la Libertadores 2022. El Grêmio, por su parte, se encuentra hundido en la zona de descenso: va 19º. Con la derrota del sábado, se quedó a nueve puntos del primer equipo fuera de la zona; le quedan nueve partidos por jugar. Y no hace mucho la situación era inversa: en 2016 el Inter descendía por primera vez en su historia y el Grêmio celebraba el título de la Copa de Brasil; en 2017, mientras el Inter jugaba la Série B, el Gremio ganaba la Libertadores. El Colorado no está a la altura del Grêmio de aquellos años, pero sin duda tiene potencial para aspirar a grandes cosas. Tiene una gran plantilla y un buen entrenador. El Grêmio forjó un proyecto muy sólido con Renato Gaúcho, que llegó al club en 2016, acostumbrándose a luchar por los títulos todos los años: fue campeón de la Copa de Brasil en 2016, campeón de la Libertadores en 2017, campeón de la Recopa Sudamericana en 2018, campeón Gaúcho en 2017, 2018 y 2019, y llegó a las semifinales de la Libertadores en 2018 y 2019. Además, ha consolidado un historial muy positivo contra el gran rival: en los 16 derbis anteriores al del sábado, el Inter sólo había ganado uno; el Grêmio, ocho.

En este sentido, es muy difícil entender cómo el Grêmio ha llegado a la situación en la que se encuentra. Según Transfermarkt, tiene la cuarta plantilla más valiosa de Brasil, por detrás sólo de Flamengo, Palmeiras y Atlético Mineiro. Para el Grenal, por ejemplo, alineaba a Gabriel Chapecó (recientemente convocado por Tite para la Seleção), el lateral Rafinha (campeón de la Libertadores con el Flamengo en 2019), y el resto de la defensa campeona de la Libertadores en 2017: Pedro Geromel, Walter Kannemann y Bruno Cortez. En el medio estaba Thiago Santos (campeón brasileño con el Palmeiras en 2016), así como Lucas Silva (bicampeón brasileño con el Cruzeiro en 2013 y 2014). En el sector ofensivo, nada menos que Douglas Costa -que para muchos debería ser titular en el último Mundial con la Seleção-, el internacional paraguayo Mathias Villasanti, el internacional colombiano Miguel Borja, y Ferreira, un joven extremo que destacó mucho el año pasado. En el banquillo, estaban el también internacional colombiano Jaminton Campaz y buenos jugadores como Diego Souza, Jean Pyerre, Darlan, Vanderson, Alisson y Diogo Barbosa. Y, pese a ello, el equipo se encuentra en una situación prácticamente irreversible. No es fácil explicar cómo equipos como el Cuiabá y el Atlético Goianiense se encuentren en situaciones cómodas, lejos de la zona de descenso, y el Grêmio esté hundido.

“Además de las derrotas consecutivas”, escribió Maurício Saraiva en Globo Esporte. “La devastación emocional derivada de la pérdida del derbi me parece que le quita al Grêmio cualquier capacidad de reacción”. El club necesitará casi un milagro para salir de esta situación: los matemáticos dicen que necesita seis victorias en los últimos nueve partidos. Hasta la fecha, sin embargo, ha sumado siete en 29 jornadas. “Es posible”, dijo un abatido Vagner Mancini tras el Grenal. “Creemos porque nos basamos en el trabajo que se ha hecho no sólo en el campo, sino en la parte emocional y por la historia del club”. Mancini es el cuarto entrenador del Grêmio esta temporada. Tras la eliminación en los playoffs de acceso a la Libertadores, Renato Gaúcho, que llevaba más de cuatro años al frente del club, decidió marcharse. Luego pasaron Tiago Nunes y Luiz Felipe Scolari. Las victorias no llegaban. El Tricolor parecía entrar en una dinámica cada vez más negativa, algo similar a la situación del Cruzeiro en 2019, que tenía equipo para luchar por el título y acabó descendiendo.

El hecho de que los grandes equipos bajen en Brasil es, de hecho, algo normal: en los últimos 20 años, ocho de los 12 grandes bajaron, algunos más de una vez. Hay varias explicaciones para ello: hay demasiados equipos grandes en Brasil (12) y demasiadas plazas de descenso (4) en el Brasileirão. Además, hay una gran inestabilidad en los clubes, lo que hace que sea fácil que un equipo esté en la cima en una temporada y, dentro de pocos años, entre en declive, así como lo contrario. Ahora parece que el Flamengo, el Palmeiras y el Atlético Mineiro, por diversas razones, se están consolidando como “superclubes”. El Grêmio, que en términos de plantilla aparece justo detrás del trío, se encuentra en la clasificación en una situación mejor sólo que la Chapecoense, que suma una victoria en 30 partidos. Tenía razón el poeta: existen más cosas entre el cielo y la tierra de las que sueña nuestra filosofía.

Apoya los contenidos en MarcadorInt y conviértete en un mecenas del proyecto a través de Patreon. Puedes apuntarte aquí.

Foto de portada: Geremias Orlandi bajo licencia Creative Commons 2.0