Iñaki Álaba, exjugador de la Real Sociedad: «Estuve muy cerca de la depresión»


Los temas son tabú hasta que se ponen encima de la mesa. Depresión, ansiedad y salud mental son palabras prohibidas en la sociedad. También en el fútbol. Un deporte en el que hay que echarle huevos, dicen algunos. Un deporte que es de hombres, dicen otros. Un deporte que escupe a quien considera débil. Aceptamos que el cuerpo diga basta al futbolista. Ignoramos que la mente también lo hace. “Nunca he disfrutado jugando al fútbol. Incluso he sufrido. He perdido toda la ilusión por jugar al fútbol”, dijo Iñaki Álaba (San Sebastián, 54 años) en una rueda de prensa en el verano de 1990. Tenía 23 años. Los focos lo apuntaban como un jugador de futuro. Él no estaba a gusto en el centro. Un hecho traumático precipitó la retirada. A los catorce meses regresó, pero no llegó a ser feliz como futbolista. A los 29 años colgó definitivamente las botas. Al otro lado del teléfono habla con naturalidad sobre salud mental, gestión de expectativas, el fútbol espectáculo y su carrera. Desde el debut con el primer equipo, que suele ser el principio. Para Iñaki Álaba empezó a ser el final.

Pregunta: Debuta en 1988. ¿Qué recuerda de aquel día?

Respuesta: No tengo muchos recuerdos. Fue el último partido de Liga, en Gijón. Ya no nos jugábamos nada. Estaba nervioso, ilusionado y con tensión. A la vez tenía una sensación de que había conseguido mi objetivo. Siempre he sido muy futbolero y muy de la Real Sociedad. Entré en el equipo más joven que había y fui pasando de equipo a equipo en una trayectoria natural. Tampoco tenía un objetivo clarísimo ni grandes posibilidades. Tenía virtudes físicas, pero técnicamente era justito. Por disciplina y trabajo llegué donde llegué.

P: Coincide en los últimos años de Górriz y Gajate. ¿Sentía la presión de ser el heredero?

R: Sí que hay cierta presión. A Górriz y Gajate les llamaban los Hombres G. Toshack era el entrenador y hacía comentarios como que los Hombres G tenían que ser sustituidos por los Hombres A: Aldaluz y yo, Álaba. Ya cargaba con responsabilidad por defender la camiseta de la Real. Había que añadirle la de ocupar el puesto de futbolistas históricos.

P: ¿Cómo gestiona las expectativas?

R: Durante mi formación había tenido mucha ilusión, pero cuando debuto se me juntan varios factores. Esa presión de la que hablaba, y también el hecho de pasar a ser una persona conocida en la calle. No me gustaba someterme a un examen todos los domingos. Tenía mi cuadrilla y mis estudios, con buenas calificaciones. No pude seguir el ritmo de mis estudios ni el de mis amigos, que tenían poco tiempo entre semana y el sábado se iban de juerga. Yo tenía la vida cambiada. Por todo eso, cuando cumplí mi objetivo, disfruté muy poco.

P: Continúa jugando hasta que dice basta.

R: La temporada siguiente del debut juego mucho y me siento titular. Pero mi conclusión es que no he disfrutado nada. Tres días antes de empezar la pretemporada, ocurrió un incidente muy impactante. Fui con mis amigos a Lesaca para celebrar unos Sanfermines. Íbamos por una carretera muy mala que no conocíamos. Mi amigo iba delante con su coche, tuvo un accidente con un camión y se mató en el acto. Entré en algo parecido a una depresión justo antes de la pretemporada. Además, es un momento de mucha exigencia y de muchas renuncias. Entrenábamos mañana y tarde. Fue una pretemporada muy bonita. Jugamos en Anfield, en Lisboa… La gira era una gozada, pero para mí fue un martirio. Levantarme cada día era un esfuerzo terrible. Estuve muy cerca de la depresión. Y en la última etapa de la gira, el día antes de volver a San Sebastián, llamé a mis padres y los cité a la mañana siguiente para decirles que quería dejar el fútbol.

P: ¿Qué le dicen?

R: “¿Qué estás diciendo? ¿Qué tontería estás diciendo?”. Mi padre no entendía nada. Después, su reacción fue muy bonita. Me dijo que creía que me estaba equivocando, que estaba dejando pasar una oportunidad, pero que era mi padre y si era lo que yo quería, me apoyaba. Mi madre lo entendió más. Me había visto algún momento de bajón.

P: Y el club.

R: Todos fliparon. Primero se lo comuniqué a Marco Antonio Boronat (entrenador) y después a Iñaki Alkiza (presidente). Estaba nerviosísimo. Nadie entendía nada. A mis compañeros no supe cómo explicárselo. Me miraban con los ojos como platos. Me puse a llorar. No pude contarles lo que pasaba por mi cabeza.

P: Se centró en estudiar Derecho y volvió al fútbol a los 14 meses.

R: Con el paso del tiempo, recuperado del shock del incidente de mi amigo, aparecen esas contradicciones humanas. Algunos días lo echaba de menos. Pero estaba tranquilo en esa vida mucho más discreta. Me llevé alguna sorpresa de personas que se habían acercado porque era futbolistas. A los pocos meses, vuelve Toshack a la Real y el club empieza a acercarse. Primero con intermediarios y luego ya directamente con Toshack. Se abrió la opción de volver.

P: Dudó.

R: Estaba muy confundido. Lo pensé mucho antes de decir que sí. Una parte de mí quería volver y me decía que era una oportunidad que tenía que coger. Pero tenía miedo de cómo se iba a entender una decisión así, después de haber dicho lo contrario unos meses antes. Tampoco sabía si iba a ser capaz de hacerme con las herramientas necesarias para disfrutar de la experiencia.

P: Después de casi cien partidos con la Real, ¿consiguió ser feliz con el fútbol?

R: Al principio disfruté mucho, después ya volví a sufrir. Es verdad que, con el tiempo, tengo buenos recuerdos. Pero en el día a día no disfruté. Era una persona infeliz y presionada. Estar en la escena mediática y pasar un examen semanal no me iba para nada. Disfruté muy poco de mi juventud y viví agobiado por la experiencia.

Iñaki Álaba pugna por un balón con Ernesto Valverde / Fuente: Iñaki Álaba
Iñaki Álaba pugna por un balón con Ernesto Valverde / Fuente: Iñaki Álaba

P: ¿El futbolista es un privilegiado?

R: Sin ninguna duda. Con 55 años, tres hijos y las circunstancias actuales, tengo claro que es un privilegiado. Pero el futbolista también es una persona. El perfil medio es una persona que en su esfera más personal no tiene mucha compañía. El círculo más cercano sí, pero también se acerca mucha gente por interés. Sus decisiones están juzgadas por todo el mundo. El futbolista no suele ser una persona muy formada, es joven y tiene que tomar decisiones importantes. Hay momentos en que el futbolista, independientemente de lo que cobre, sufre mucho.

P: La ansiedad y la depresión son temas tabú.

R: Totalmente. También creo que la sobredimensión de los clubes de fútbol hace que tengan profesionales que ayuden a los futbolistas. Todos tienen psicólogos y motivadores. Esto seguro que ayuda en los momentos duros.

P: Si Iñaki Alaba debutara hoy, ¿haría lo mismo?

R: No lo sé. No me lo planteo. Seguro que sería un pelma con todo el equipo de psicólogos. Ya podía haberlo hecho en mi momento, pero no era muy consciente de lo que me pasaba y no sabía que en los psicólogos podía estar la solución. Hoy habría tenido más posibilidades de saber que era un privilegiado que tenía que buscar la fórmula para disfrutar de la experiencia. Creo que lo habría conseguido.

P: Aunque el fútbol sea más circo.

R: Sin duda. Solo hay que ver lo que significan los derechos de televisión. Y la Superliga es otro capítulo. Da pena porque se aleja del concepto más romántico del fútbol. En equipos de cantera, como la Real, los dirigentes deberían velar por un sentimiento compartido. El problema es cuando un dirigente se cree dueño de un sentimiento. Hay cosas más importantes que el beneficio económico y el triunfo deportivo. El sentimiento colectivo que aglutina un escudo de fútbol lo es todo. El fútbol espectáculo y circo, atractivo para los sponsors, ha aumentado.

P: Tras un breve paso por Extremadura y Racing de Ferrol, se retira con 29 años.

R: En el Racing de Ferrol me ofrecieron seguir tres años. Ya estaba con la que hoy es mi mujer. Ella tenía un trabajo en San Sebastián y queríamos dar un paso al frente. Le dije al club que necesitábamos un puesto de trabajo para ella. No fue posible y nos fuimos. Analizándolo después, estaba deseando que me dijeran que no porque quería estudiar un máster. Y dejé el fútbol.

P: Dejó el fútbol con 23. Volvió con 24. Se retiró con 29. ¿Se arrepiente de alguna decisión?

R: No. De ninguna. Si valorara solo la carrera futbolista, me arrepentiría de todas. Ya no hubiera dejado el fútbol con 23 años y mi carrera hubiera sido totalmente distinta. Pero toda mi experiencia en la Real y las decisiones que tomé me ayudaron a crecer y a madurar como persona.

Imagen de portada: Iñaki Álaba