La gran obra de Guardiola en Mánchester


Pep Guardiola lo ha vuelto a conseguir. Su Manchester City 2020-21 es, de largo, el mejor equipo de la temporada en el fútbol europeo. Un equipazo con todas las letras. Un bloque fresco, versátil, unido y perfectamente compenetrado, con y sin balón, para adaptarse y responder a las exigencias, incluso cuando estas no solo son fruto del rival sino que vienen marcadas por la competición, que es lo que tantas otras veces hemos intentado explicar con las leyes no escritas de la Champions. El Manchester City jugará su primer final de este torneo, una final a la que ha vuelto a llegar Guardiola 10 años después, y lo hará tras derrotar con contundencia a un PSG que fue claramente de más a menos en el Etihad. El Manchester City y Pep Guardiola han aprendido de los errores del pasado, ajustando para ello la propuesta habitual en la Premier League para evitar fallos y controlar el número máximo de detalles, y esto explica que los 180’ del equipo en la eliminatoria hayan rezumado una esencia mucho más conservadora que cada fin de semana en la liga. Una propuesta coherente, y sobre todo muy consecuente, con su pasado y la realidad de una competición que siempre, a lo largo de toda su historia, ha castigado con crueldad cualquier vacilación.

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El PSG salió muy entero al partido. El cuadro parisino generó más y mejores cosas en el arranque, queriendo la pelota, teniéndola y acercándose al área a través de ella, y eso que Mauricio Pochettino debió conformar su once con la ausencia de Kylian Mbappé. Sin el ‘7’, que vio todo el encuentro desde la grada, el PSG salió en un 4-3-3 en el que Neymar Jr. (izquierda), Di María (derecha) e Icardi (punta) fueron las referencias ofensivas. Y su proactividad, claramente condicionada por el resultado en contra de la ida (1-2), provocó que el Manchester City debiera conformarse con defender recogido en pocos metros por delante de su portería. Pep Guardiola aceptó ese escenario. El balón fue de los franceses, que eran los que primero debían arriesgar en el encuentro, y su equipo se organizó en un 4-4-2 a media/baja altura en el que Kevin de Bruyne y Bernardo Silva fueron las referencias más adelantadas en el sistema. En ese tramo, al poco de arrancar el encuentro, ocurrieron varias cosas que sacudieron el guion. El PSG fue el primero en acercarse al área rival, consiguiendo que el Manchester City debiese mirar varias veces hacia su propia área, pero los Sky blue golpearon antes, y sobre todo más fuerte… Y eso cambió todo el encuentro.

Manchester City 2 (Mahrez 11′, 63′)
PSG 0

CIT-PSG vs Away team - Football tactics and formations

El propio ataque del PSG, tan dinámico, tan activo y tan numeroso provocó que su respuesta tras pérdida fuese tan automática como eficaz para recuperar el esférico a través de la presión adelantada, y, de esta forma, impedir que el City pudiese escapar más allá de la línea divisoria. Algo que solo consiguió ver Ederson, muy participativo en esos compases iniciales del encuentro con el balón en los pies, para detectar y activar una zona especialmente valiosa a la espalda de Alessandro Florenzi, lateral derecho, ante el desmarque al espacio de su lateral izquierdo, Oleksander Zinchenko. Por ahí llegó la acción del 1-0, que fue la mejor respuesta posible que pudo aplicar el cuadro de Guardiola ante el buen arranque del PSG, y desde ese momento empezó a cambiar el encuentro; no tanto en la forma, porque el equipo de Pochettino siguió atacando y el Manchester City optó por proteger esa ventaja desde el espacio (y no a través de la pelota, como sí hizo en la segunda parte), como sí en el fondo, porque el mazazo dejó tocado a un PSG que fue claramente de más a menos en el ataque.

La respuesta ofensiva del PSG fue perdiendo amenaza y profundidad, pues aquí cabe señalar que el primer tiempo de Mauro Icardi, como referencia más adelantada, fue extremadamente pobre para su equipo. El futbolista argentino volvió a ofrecer muy pocas cosas entre los centrales del equipo rival. Apenas se ofreció, intervino muy poco en las posesiones de su equipo y el PSG jamás consiguió ponerle a rematar en el punto de penalti asumiendo un peaje tan costoso como el de su baja participación. Aun así, el PSG encontró otros activos que sí ofrecieron más y mejores cosas para darle al bloque la posibilidad de responder con suficiencia a los diferentes retos (primero futbolísticos y después mentales) que fue planteando el Manchester City. Pep Guardiola supo jugar con los nervios de la eliminatoria. Primero con los suyos propios, que son siempre los que más le había costado controlar a su equipo, y después con los del contrario, una vez se pone por delante en el encuentro, que es lo que terminó de desquiciar anoche al PSG. Esos activos fueron, por orden de aparición, Marco Verratti, Neymar y Ángel Di María. El centrocampista italiano, muy enchufado desde el arranque, brilló con luz propia en el encuentro. Verratti actuó como nexo entre el centro del campo y los metros finales del equipo en campo contrario, participando muy abajo para lucir todo su talento en lo técnico (en cuanto a recursos) y lo táctico (por lectura), y esa mezcla le brindó al PSG la posibilidad de superar la presión contraria, girarla, y asentar a su equipo por encima de la línea divisoria. Una vez arriba, Neymar y Di María, pese a que ambos arrancaban de los costados, aparecían dentro, soltándose de las bandas, para tratar de recibir a los lados y a la espalda del pivote escogido por Pep, Fernandinho.

Marco Verratti fue el mejor futbolista del PSG en la primera parte. Foto: Paul Terry/Focus Images
Marco Verratti fue el mejor futbolista del PSG en la primera parte. Foto: Paul Terry/Focus Images

Tras el descanso, ya con el 1-0 a su favor, el Manchester City entendió que este era el mejor momento para controlar el escenario a través de la posesión. Y lo cierto es que, alternando tramos de posesión con repliegues algo más intermedios, Guardiola logró que el partido obedeciese a las directrices que había propuesto en su pizarra. Fue en ese tramo de la noche en el que mejor lucieron los mejores futbolistas del Manchester City en el encuentro, como es el caso de Rúben Dias, muy resolutivo en todo momento a la hora de proteger a su equipo en el área, de Fernandinho, que fue un pulpo en cada recuperación del equipo, y de un Foden muy venenoso en todas las acciones. El joven inglés asistió en la jugada del 2-0, y ahí sí el encuentro quedó visto para sentencia; más tras la expulsión de Ángel Di María.

Los goles fueron de Mahrez, muy oportuno desde el segundo palo para aparecer en el momento y el lugar indicado en las dos jugadas de su equipo, pero el jovencísimo Foden volvió a demostrar que es un futbolista realmente dañino ante cualquier rival y en cualquier escenario. Tenga más o menos espacio, las piernas tan finitas y arqueadas de Foden le permiten tener un control absoluto de la situación manejando todos los recursos que están a su alcance (entre giros, controles, conducciones, asistencias y disparos), y tal es la gracilidad de su gesto que transmite la sensación de entrar y salir de sus acciones saltando y no esprintando. Guardiola lleva muchos años enamorado de Foden, y no es para menos. El inglés es el primer futbolista menor de 21 años a su cargo que produce (entre goles y asistencias) la friolera de 50 tantos, y esa productividad evidentemente es sinónimo de una naturaleza tan destacada como diferente para la edad que tiene. El Manchester de Foden y Rúben Dias, el de De Bruyne y Bernardo Silva, el de Mahrez y Gündogan, y el de Rodrigo y Cancelo (ambos suplentes en la noche de ayer) jugará su primer final de la UEFA Champions League. Y lo hará de la mano de un Pep Guardiola que ha dado forma y fondo a un equipazo capaz de cambiar el traje por el mono cuando toca; sobre todo cuando suena ese himno.

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Foto de portada: Daniel Murphy/Focus Images Ltd.