Partido Polish Boyfriend: Bosníacos contra húngaros en la liga de Serbia


Novi Pazar es una ciudad en el sur de Serbia donde el 70% de la población es musulmana. Dentro de un país mayoritariamente cristiano ortodoxo, Novi Pazar es la ciudad de referencia de la comunidad bosníaca de Serbia, una comunidad que supone el 2% de la población total del estado serbio. Hace unos años la visité. Tomando un café a la turca, de esos que te quema la lengua si eres una persona con poca paciencia, cerré los ojos mientras escuchaba la llamada a la oración que venía de un minarete. Era como estar en una ciudad musulmana de Bosnia, aunque en Serbia.

Aquí nació el jugador Adem Ljajic. ¿Se acuerdan de él? En su momento brilló en la Fiorentina. En la Roma, menos. En su momento, Ljajic era un jugador capaz de decidir partidos, aunque Sinisa Mihajlovic decidió que no lo convocaría con la selección serbia pues no solía cantar el himno serbio. Cuando Sinisa Mihajlovic fue elegido nuevo seleccionador, decidió imponer un código de conducta a los jugadores, que debían firmar. Uno de los puntos indicaba que había que cantar el himno Boze Pravde [Dios de la justicia], un himno escrito en 1872 y recuperado en 2006. Ljajic firmó el documento, pero durante el primer partido prefirió no cantar el himno. Mihajlovic se encaró con él después del partido preguntándole sus razones y Ljajic recordó que el texto habla del Dios cristiano y él es musulmán. Y el seleccionador decidió no convocarlo más. “Hay que amar a tu país y sus símbolos”, afirmó Mihajlovic, un hombre marcado por la historia y la polémica, ya que nació cerca de la frontera entre Croacia y Serbia y perdió familiares durante la Guerra de los Balcanes. Mihajlovic había sido amigo de Zeljko Raznatovic, el criminal de guerra serbio conocido como Arkan. Arkan, con crímenes de guerra en Croacia o Bosnia, también había liderado a los ultras del Estrella Roja, protagonizando incidentes en Novi Pazar, cuando atacaron una mezquita en los años 90 antes de un partido de Copa. Se cuenta que Arkan quiso comprar el club de Novi Pazar cuando se metió en el mundo del fútbol, aunque en la ciudad no encontró aliados. Al final compró el Obilic, al que convirtió en campeón de liga. Después, fue asesinado. A Ljajic, figuras como Arkan no le gustan, pues sus discursas destilaban odio contra los musulmanes.

Novi Pazar, en Serbia. Foto: Jovanvb bajo licencia Creative Commons 3.0.
Novi Pazar, en Raska, Serbia. Foto: Jovanvb bajo licencia Creative Commons 3.0.

El equipo de fútbol de Novi Pazar suele subir y bajar en la liga serbia. Normalmente, entre Segunda y Tercera. Aunque últimamente ha sacado la cabeza entre los mejores. Este año anda en Primera, colista. Sus partidos fuera de casa siempre son complicados. También esos en casa, cuando los radicales de los equipos visitantes provocan con sus cánticos. Ser el único club de una ciudad de mayoría musulmana en Serbia significa que en las gradas rivales, donde la extrema derecha campa a sus anchas, se lanzan bengalas, insultos, odio. El FK Novi Pazar se fundó en 1928, aunque entonces se llamaba FK Sandzac. Los nombres nos dicen tanto… Europa está llena de nombre de regiones que antes eran oficiales, ahora no. Como el Sandzac, una región que se reparte entre los estados de Serbia y Montenegro. Su nombre deriva del Sanjacado de Novi Pazar, un distrito administrativo del Imperio otomano que existió hasta las guerras de los Balcanes de 1912. O sea, el Sandzac era una zona con bastantes musulmanes que dejó de tener peso con la caída del Imperio Otomano, cuando la zona se incorporó al reino serbio. Bautizar el club con este nombre era una forma de dejar clara la identidad de la ciudad, bosníaca. O sea, eslavos que se convirtieron al islam cuando los turcos invadieron la zona hace siglos.

Se calcula que el 2% de los habitantes de Serbia con bosníacos, casi todos en Novi Pazar. Se trata del cuarto grupo étnico más grande del país por detrás, cómo no, de los serbios. Y de los gitanos y los húngaros. Y esta semana, el club de los bosníacos, el Novi Pazar, juega contra el club de los húngaros, el Backa Topola. Un duelo entre dos regiones que no todo el mundo conoce. Entre Sandzac y la Backa. Una región que, a la vez, se encuentra en parte dentro de la Voivodina, la zona que empieza en la frontera húngara y llega hasta las puertas de Belgrado. O sea, una zona donde históricamente también han vivido húngaros. Y que no pasó a ser serbia hasta después de la Primera Guerra Mundial. La Voivodina se divide en tres zonas a la vez. Al este, el Banat, en la frontera con Rumanía. Al sur, Sirmia, una zona cerca de Belgrado que también entra en la actual Croacia. Y en el norte, la Backa, que entra en Hungría. ¿Un galimatías de regiones, verdad?

La plaza central de Backa Topola, en Serbia. Foto: Jurisco bajo licencia Creative Commons 4.0.
La plaza central de Backa Topola, en Serbia. Foto: Jurisco bajo licencia Creative Commons 4.0.

El Backa Topola, como el Novi Pazar, ha pasado la mayor parte de su vida en ligas regionales. Hasta estos últimos años, cuando ha llegado incluso a jugar en la Europa League. Y todo, gracias al apoyo del gobierno. ¿El serbio? No. ¿El regional de la Backa? No, tampoco. El apoyo del gobierno húngaro. La frontera se encuentra muy cerca, a unos 35 km. Y más del 70% de los 33.000 habitantes de la población de Backa Topola habla húngaro. Esta urbe es uno de los grandes centro de la minoría húngara en Serbia. Y eso lo tienen presente en Budapest. Estos últimos años ya contamos en Marcadorint cómo el gobierno nacionalista húngaro de Viktor Órban usa el fútbol con fines políticos. Orban ha invertido dinero en clubes deportivos situados fuera de Hungría, en zonas donde viven húngaros. Hungría fue uno de los países más damnificados por el repartimiento de fronteras después de la Primera y la Segunda Guerra Mundial con zonas pobladas por húngaros en Eslovaquia, Rumanía o Serbia que quedaron fuera de Hungría. Orban, buscando mantener vivo el vínculo con estas tierras, usando el fútbol.

Viernes 5 de noviembre, 18:00h, Novi Pazar – TSC Backa Topola

Las raíces de este club las encontramos en 1912, cuando la ciudad de Topola formaba parte del Imperio austrohúngaro. Los húngaros eran mayoría y, cómo no, formaban parte de la misma entidad política que Budapest. El club nació con sus colores, blanco y azul, los colores de armas del noble local Paul Kray, un general húngaro del siglo XVIII. Aunque en 1919, la zona quedó dentro del nuevo Reino de Yugoslavia. Y no siempre los gobiernos de Belgrado respetaron los derechos de los húngaros, que volvieron brevemente con el apoyo nazi en los años 40, cometiendo matanzas de serbios y judíos. El club local, que fue bautizado con muchos nombres diferentes, uno de ellos Jugoslovenski Backa Topola (nombre para dejar claro que les tocaba ser yugoslavos) no llegó a Primera hasta el año 2019, ya con el apoyo del gobierno de Orbán. Y ya el primer año en Primera, el Backa Topola se metió en la Europa League, donde le tocó jugar con el FCSB rumano, ese club que en su momento era llamado Steaua de Bucarest. Fue un partido caliente. Húngaros y rumanos mantienen muy mala relación, pues Hungría siente que Rumanía se quedó regiones de mayoría húngara. Así que fue un partido politizado entre un club rumano y otro húngaro… aunque también era serbio. Y un partido espectacular, pues acabó 6-6. En los penaltis, ganó el FCSB.

Esta temporada, el Backa Topola quiere volver a Europa. El Novi Pazar, evitar el descenso. Un partido que nos explica los Balcanes, siempre complejos. En la liga serbia se enfrentan bosníacos contra húngaros. Musulmanes contra cristianos católicos, en un país de mayoría ortodoxa. Clubes de dos regiones con su personalidad, divididas por fronteras modernas. Los Balcanes. Cómo nos gustan los Balcanes.

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Foto de portada: Diego Delso bajo licencia Creative Commons 4.0.