Partido Polish Boyfriend: Cruzar una frontera para jugar un partido de liga en los Balcanes


Las piedras nos hablan. Solamente se debe conocer su idioma, aprender a escuchar sus historias. Si sigues el Danubio por Serbia, rumbo a Rumanía, llegas a Smederevo. Una ciudad importante presidida por una imponente fortaleza justo encima del río. Durante años, este castillo controlaba el paso navegable por el Danubio, así que por aquí pasaron decenas de ejércitos, de los romanos a los turcos. Ahora es una atracción turística de una ciudad que pasó de puerto fluvial, donde llegaban los productos agrícolas de la zona como su famoso vino, a ser una urbe industrial conocida por su fábrica de acero. Las fábricas también nos hablan. Este negocio lo fundaron empresario austríacos cuando Smederevo era parte del Imperio austrohúngaro. Después fue controlada por el estado comunista muchos años y ahora forma parte del gigante estadounidense U.S. Steel. Pese a que muchos serbios no mirar con buenos ojos a Estados Unidos por los bombardeos de la OTAN durante los conflictos de hace unos años, el dinero manda. Y ahora la empresa Sartid forma parte de un grupo yankee.

Durante años, la fábrica de acero Sartid dio nombre al club de fútbol local, el Sartid Smederevo. Fundado en los años 20 cuando la pujante industria del acero local llenaba las oficinas de ingenieros ingleses o austríacos, el Sartid fue un club regional hasta que nació la liga Serbia, con el fin de Yugoslavia, Y con el apoyo del ayuntamiento y la fábrica, en los primeros años del siglo XX esta ciudad se frotó los ojos con los éxitos de su club. En 2002 llegó a la final de Copa por primera vez, aunque la perdió con el Estrella Roja por 1-0. Un año más tarde, repitieron final contra el mismo adversario. Y tocaron el cielo ganando 1-0 en la prórroga con un gol de Marko Pantelic, el futbolista que luego brillaría en el Hertha o el Olympiakos. El Sartid pudo construir un estadio moderno. Fichaba buenos jugadores y los vendía más caros (el mismo Pantelic después de la final se fue al Estrella Roja). Y debutó en Europa, superando algunos turnos contra clubes como el Sarajevo o el Dundee escocés, al que le metió un 5-2. Incluso plantó cara al Ipswich Town inglés en la UEFA 2002-03, empatando 1-1 en Inglaterra. Aunque perdió 0-1 en casa.

Imagen de las minas de Trepça desde dentro. Foto: M.mestani bajo licencia Creative Commons 3.0
Imagen de las minas de Trepça desde dentro. Foto: M.mestani bajo licencia Creative Commons 3.0

Unos años más tarde, los problemas de la fábrica, vendida al grupo norteamericano, dejaron sin recursos al club, que se desvinculó de Sartid. Rebautizado como FK Smederevo, sufrió algunos descensos. Y estos últimos años malvive entre Segunda y Tercera, afectado por problemas económicos. Smederevo se ha convertido en una de las principales ciudades serbias sin club en categoría profesional. Y así seguirá, pues el Smederevo anda por la mitad de la tabla del grupo Oeste de la Tercera División. Un grupo donde se enfrenta, esta semana, a un club técnicamente extranjero.

En octubre del año 2019, la copa serbia sirvió para recordar al mundo que en los Balcanes muchas heridas no han cerrado. El Estrella Roja debía jugar en este torneo contra el Trepča, aunque no pudo llegar al campo de este club, ya que las autoridades de Kosovo no les permitieron cruzar al frontera. Sí, el Trepča, rival este final de semana del Smederevo, es un club oficialmente kosovar, aunque juega en el sistema de competición serbio. Cada fin de semana, por tanto, un equipo cruza una frontera para jugar partidos de liga en la Tercera División serbia.

Aficionados del Trepça en las gradas del estadio. Foto: AgronBeqiri bajo licencia Creative Commons 3.0
Aficionados del Trepça en las gradas del estadio. Foto: AgronBeqiri bajo licencia Creative Commons 3.0

Kosovo es oficialmente un país independiente, aunque como vimos cuando jugó contra España en Sevilla no todo el mundo lo admite. Esta zona dentro de Serbia poblada mayoritariamente por albaneses consiguió ser independiente después de años de guerra. Y con el apoyo de Estados Unidos. Para los serbios, fue una traición. Para ellos, Kosovo sigue siendo parte de Serbia. Kosovo es una tierra clave en la identidad de los serbios. Aquí nació su cultura, aquí tienen símbolos muy valorados. En Kosovo encontramos algunas de las iglesias serbias más bonitas del siglo XII y XIII, como la de Gracanica. Aquí tenía el corazón el reino serbio que fue conquistado por los turcos. Pero esta tierra de frontera, con el paso de los siglos, pasó a ser una región con mayoría de población albanesa. Serbia afirma tener aquí su corazón espiritual, pues aquí está el prado de los Mirlos de Kosovo Polje, donde las tropas serbias de Lazar Hrebeljanović fueron derrotadas por los turcos en 1389. De hecho, fue aquí donde Slobodan Milosevic hizo un discurso en 1989 para conmemorar los 600 años de la batalla, donde dejaba claro que él ya no tenía nada de socialista: era un nacionalista serbio. Moría Yugoslavia y nacían estados que pasarían por un parto doloroso, pues las fronteras no estaban claras. Uno de ellos, quizás el parto más largo, fue el del estado de Kosovo. Porque en los años 80 ya había violencia allí. Ese mismo 1989 del discurso de Milosevic, los trabajadores de las minas de Trepça, en su mayoría albaneses, se declararon en huelga para protestar por la decisión de suspender la autonomía de Kosovo. El gobierno socialista había calmado las protestas albanesas de los 70 dando la autonomía a Kosovo dentro de la República Serbia. Milosevic, que llegó a la presidencia de un estado socialista con un discurso nada socialista, la suspendió para dejar claro que no le interesaba nada eso de Yugoslavia. Él era serbio y quería que Kosovo, poblada por más albaneses que serbios, fuera 100% serbia por su valor histórico. Y la violencia volvió.

Entre 1998 y 1999, según el Tribunal de derechos humanos, Milosevic quería practicar una limpieza étnica en Kosovo. Los guerrilleros (héroes o terroristas en función de unos o otros) del UÇK defendieron las banderas albanesas. Pasó de todo. Los dos bandos mataron a civiles y miles de albaneses kosovares se fueron como pudieron. Al final, con el apoyo de Estados Unidos, Kosovo consiguió ser independiente, pese a no ser reconocida por Serbia. Millares de serbios escaparon y se concentraron en las pocas zonas de Kosovo donde aún son mayoría. La guerra, cómo no, paralizó la producción en las minas de Trepça. Es más, al final de la guerra, parte del complejo acabó en manos albanesas y la otra parte, en serbias. Divida, como está dividida la ciudad de Kosovska Mitrovica. Un puente separa la parte albanesa de la serbia. Y separa dos realidades también en el fútbol.

El Trepça 89 celebra la Copa de Kosovo, en 2012. Foto: AgronBeqiri bajo licencia Creative Commons 3.0
El Trepça 89 celebra la Copa de Kosovo, en 2012. Foto: AgronBeqiri bajo licencia Creative Commons 3.0

Cerca de esta ciudad se encuentra las minas de Trepça. Cuentan que durante los años 70 el 75% de la riqueza exportada por la entonces región autónoma de Kosovo salía de aquí. Con más de 30.000 empleados, era una de las empresas más grandes de Yugoslavia. El complejo minero era gigante y ocupaba diferentes zonas. En los años treinta, una compañía británica obtuvo los derechos para explotar las minas, aunque con el triunfo de los partisanos de Tito y el nacimiento de la Yugoslavia socialista las minas se nacionalizaron y mineros de todas las repúblicas yugoslavas llegaron hasta la zona para trabajar. Eso le dio un toque cosmopolita a la ciudad, ya que además de los albaneses y los serbios trabajan macedonios, bosnios, eslovenos o húngaros. Muchos de ellos se largaron cuando empezaron los problemas en los años 80. En 1989, algunos jugadores e hinchas del Trepça, el club propiedad de las minas que representaba a toda la ciudad, decidieron fundar el Minatori 89 (Mineros en albanés), pues no estaban satisfechos cuando veían que los directivos de la entidad de una ciudad donde la mayor parte de la gente era albanesa siempre eran serbios. Pese a todo, permaneció como un club modesto. El grande seguía siendo el FK Trepça, entonces en la Segunda División yugoslava.

Domingo 6 de junio, 17:30h, Smederevo-Trepça

El club había nacido en los años 30. Entonces la mayor parte de los jugadores eran albaneses, aunque en las gradas se mezclaban lenguas y religiones: era el club de los mineros, de la ciudad. En los 70, la empresa minera aportó dinero al club y ascendió a la Primera División yugoslava por primera vez en 1977. Duraron un solo año, aunque casi tocaron el cielo en la copa, eliminando al Dinamo de Zagreb en semifinales y perdiendo la final por 1-0 con el Rijeka croata. Esa final fue el gran momento de un club que mezclaba serbios, como Dragan Mutibaric, y albaneses, como Raif Haxha. En esos años, el fútbol era el orgullo de la ciudad. Con la llegada de la guerra, el club quedó marcado. En 1999, la guerra destrozaba el país y los jugadores no podían convivir como antes. Por eso los jugadores y socios albaneses del club decidieron crear una nueva entidad, llamada FK Trepça. La antigua quedó en manos de los serbios con el nombre de antes. FK Trepča. La única diferencia, por tanto, es usar el nombre de la mina en albanés o serbio. Todos amaban al club, así que nadie lo quería perder.

El estadio del Trepça. Foto: AgronBeqiri bajo licencia Creative Commons 3.0
El estadio del Trepça durante un partido del equipo. Foto: AgronBeqiri bajo licencia Creative Commons 3.0

Después de los acuerdos de paz de 1999, la ciudad quedó dividida. Al norte, los serbios. Al sur, los albaneses. El estadio del club, llamado Trepça, quedó en manos albanesas. Y el FK Trepča serbio pasó a jugar en la vecina Zvečan. Los equipos de las zonas de Kosovo que quedaron con mayoría serbia, por motivos de seguridad, recibieron el permiso de la UEFA para jugar dentro del sistema de la Federación serbia. Por eso este Trepča ahora juega en la Tercera División serbia.

El FK Trepça albanés, por cierto, vive su propio derbi contra el Trepça 89, ese equipo fundado en 1989 como Minatori, que modificó su nombre. O sea, en Kosovska Mitrovice tenemos una doble división y tres clubes llamados Trepça. Uno, serbio, en la parte norte, jugando en una categoría amateur serbia. Y dos albaneses en primera kosovar: el Trepça y el Trepça 89. Un embrollo, como suele suceder en los Balcanes. Una tierra donde las piedras, ya sea de las minas, las fortalezas o el acero de las fábricas, nos hablan de esos años en que mucha gente consideraba como un hermano a alguien con otra lengua. Y de los años en que estos eran enemigos. El eterno ciclo balcánico, sin fin, que ha provocado que un club de fútbol juegue en el extranjero, oficialmente, aunque ellos sienten que juegan en su país, Serbia.

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Foto de portada: AgronBeqiri bajo licencia Creative Commons 3.0.