Partido Polish Boyfriend: El derbi adjario, la costa donde acaban continentes


Cuando era un niño que jugaba con los mapas, intentando entender el mundo, siempre pensaba que unas de las fronteras de Europa era religiosa. Cristianos a un lado y musulmanes al otro. Luego descubrí que en el corazón de Europa viven musulmanes desde hace siglos. Y que en Siria y Egipto millares de fieles siguen visitando sus iglesias. Cuando era niño, unas de las fronteras que más me gustaba era esa de la Unión Soviética. Pues se desplomaba. Cosas de tener una edad. Tenía la sensación de que un gigante se desplomaba y de su barriga salían decenas de nuevos países y regiones. Como si no existieran antes, aunque con otro estatus. Y así crecí, aprendiendo nombres de sitios que me parecían mágicos, solo por su sonoridad. Nagorno-Karabakh, Osetia, Transnistria o Adjaria. Y Adjaria, precisamente, era una de esas fronteras donde todo se mezclaba un poco. La religión y la historia.

En Adjaria manda el Dinamo de Batumi. Si en Georgia el equipo más grande y amado sería el Dinamo de la capital, el Tiflis, en la región de Adjaria manda el otro Dinamo. Pues Batumi no deja ser la capital de una zona con tanta personalidad propia que siempre ha estado a un paso de regir por sí mismo su destino. Adjaria tiene la bendición o maldición de estar en un sitio privilegiado. Es esa zona de costa donde, durante siglos, se encontraron dos gigantes: los turcos y los rusos. El imperio otomano y el imperio ruso. Así que muchos países se pelearon por controlar esta zona de Georgia. En el siglo XVI, los otomanos la ocuparon y empezaron un proceso de islamización de su población. Los adjarios son muy parecidos a los georgianos, aunque, a diferencia de estos, se convirtieron al islam y acabaron por hablar un dialecto propio. Durante algunos siglos, los georgianos estaban controlados por los rusos y los adjarios por los turcos. Eran como una familia dividida. En 1878, los rusos ocuparon Adjaria, aunque no sería hasta 1921 que los turcos aceptaron en un tratado renunciar al control de esta zona con la condición de que pasase a ser una zona de la nueva Unión Soviética autónoma donde se respetase la identidad de su población. Así fue, más o menos. Adjaria siempre ha tenido mucha autonomía, aunque dependiendo de otros gobiernos, como el de Moscú.

El puerto de Batumi, lugar estratégico. Foto: Albert Bergonzo bajo licencia Creative Commons 4.0
El puerto de Batumi, lugar estratégico. Foto: Albert Bergonzo bajo licencia Creative Commons 4.0

Cuando se desplomó la URSS esta región autónoma quedó atrapada. Por un lado, la lógica era que fuese una autonomía del nuevo estado de Georgia. Por otro, los rusos no querían renunciar a la gran base naval de Batumi. Así que los rusos ayudaron a mandar en esta zona a Aslan Abashidze, descendiente de una antigua familia feudal, quien gobernó desde 1989 la región con tanta libertad que por momentos parecía un país independiente protegido por los rusos. En 2004 el ejército de Georgia incluso envió sus tropas a Adjaria, con algunos muertos, para controlar la región justo cuando los rusos abandonaron su base de Batumi. La relación entre Adjaria y el resto de Georgia es, por tanto, tensa. Se ha iniciado una campaña para que su población abandone el islam y sea cristiana, mientras que en señal de buena voluntad, siempre y cuando no tengan tentaciones independentistas, el gobierno georgiano ha trasladado la sede del Tribunal Constitucional de Georgia a Batumi.

Sábado 8 de mayo, 16:00, Dinamo de Batumi – Dinamo Tiflis

Batumi es una ciudad importante. Cuando en 1900 se terminó la construcción del ferrocarril Batumi-Tiflis-Bakú que une los mares Caspio y Negro, se convirtió en una de las puertas de entrada y salida de Europa. Después llegó el oleoducto Bakú-Batumi, cuando el puerto se convirtió en el principal del petróleo ruso en el mar Negro. Si tenía 9.000 habitantes en 1882, en 1900 ya tenía más de 12.000. En 1923, ya bajo dominio soviético, nació el Dinamo de Batumi. Controlado por los servicios secretos, como todo club llamado Dinamo, llegó a la segunda división soviética, consiguiendo ser uno de los mejores clubes georgianos de la época, aunque siempre lejos del Dinamo de Tiflis, un club capaz de ganar ligas soviéticas o una Recopa.

Zona rural en Adjaria. Foto: Sarah Murray from South Bend, IN, USA bajo licencia Creative Commons 2.0
Zona rural en Adjaria. Foto: Sarah Murray from South Bend, IN, USA bajo licencia Creative Commons 2.0

Con la independencia de Georgia, la inestabilidad política no ayudó al Dinamo de Batumi. Adjaria era esa zona medio rebelde, con un ojo en Moscú y el otro en Tiflis. No sería hasta el año 1998 cuando ganó la copa por primera vez, su único título hasta la fecha. Pese a ser el club más grande de Adjaria, el club nunca conseguía dar el salto de calidad. Propiedad del gobierno autónoma de Adjaria, el Dinamo incluso bajó a Segunda en 2008, en plena crisis política. Después llegaron dos descenso más, hasta que el gobierno autónomo decidió finalmente usar el club como herramienta de propaganda de la zona, que se quiere abrir al turismo. En 2020 se inauguró un precioso estadio moderno, y el club ya suma tres temporadas consecutivas segundo en la tabla. Además, ha jugado en Europa con cierta regularidad. En 2009 la gestión del club pasó a manos de un grupo privado del sector de la construcción para que con su dinero pueda elevar el nivel de un club que este año persigue al Dinamo de Tiflis en la tabla, persiguiendo el sueño de ser campeones de liga por primera vez.

Y esa semana han jugado el derbi de Adjaria, contra el Shukura de Kobuleti. El club de la segunda ciudad de Adjaria. Si Batumi es un puerto industrial y militar, Kobuleti es una ciudad turística de largas playas donde pasaron los veranos millares de soviéticos. El escudo de club es el célebre faro de la ciudad, que ahora presume de equipo de Primera. El Shukura subió por primera vez en 2014, aunque en 2016 ya estaba de vuelta a Segunda. Ahora vive su segunda aventura en la élite aprovechando que en Adjaria el fútbol se ha convertido en uno de los embajadores de la región.

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Foto de portada: Mito Jashiashvili, Office of the Photographer of the Administration of the President of Georgia bajo licencia Creative Commons 4.0.