Partido Polish Boyfriend: Una rivalidad entre estaciones de ferrocarriles


El tren más rápido entre Bucarest y Cluj-Napoca tarda unas 9 horas. Si los horarios se cumplen, claro. Así que la mayor parte de hinchas de fútbol de estas ciudades, cuando viajan, se suben a un autobús. La gente romántica, como un servidor, imagina que cada vez que se juega un CFR Cluj-Rapid de Bucarest, los hinchas optan por el viaje en tren, aunque no suele ser así. Sería bonito. Este partido no es un derbi, aunque enfrenta a dos entidades unidas por su nacimiento: los dos equipos creados por trabajadores del ferrocarril.

Sin embargo, los padres de estos dos clubes no fueron trabajadores de la misma empresa. Al Rapid lo fundaron los trabajadores de los ferrocarriles rumanos. Al CFR Cluj, los del ferrocarril de un estado diferente, pues cuando nació el club su ciudad era parte del Imperio austrohúngaro. Entonces era normal encontrar en los mapas esta ciudad escrita de formas totalmente diferentes, como Cluj-Napoca, Koloszvár o Klausenburg. En rumano, húngaro y alemán. Capital histórica de Transilvania, la ciudad de Cluj-Napoca aún tiene un 20% de la población húngara. Pero en 1910, el 80% de la población era húngara y los rumanos eran sólo el 20%. La región de Transilvania forma parte del estado rumano desde el año 1920. Antes era tierra húngara, con los rumanos que vivían en ella pidiendo autonomía o la unión con el estado rumano. Entre 1940 y 1945, por decisión de Hitler, Transvilvania pasó a ser húngara de nuevo durante unos años. En 1945 regresó a manos rumanas.

Cuando nació en 1907, la ciudad era parte de un Imperio que ya no existe. Y el CFR Cluj era el equipo de los húngaros de la ciudad, aunque con el paso del tiempo esto se ha modificado y ahora se escuchan los dos idiomas en las gradas. Aunque aún quedan hinchas que llevan símbolos húngaros, como banderas con las letras ‘KVSC’, que hacen referencia al nombre original del club en el idioma húngaro: Kolozsvári Vasutas Sport Club: equipo de los trabajadores de los ferrocarriles de Koloszvár. Los trenes salían de Cluj-Napoca hacía Budapest y Viena, entonces. No iban a Bucarest. Cuando Cluj pasó a ser parte de Rumanía, el CFR Cluj fue rebautizado como Locomotiva Cluj para que sonara más rumano. Y los trenes empezaron a salir hacia Bucarest. En los años 60, durante el comunismo de Ceaucescu, la entidad sumó a su nombre las siglas de CFR en relación a “Căile Ferate Române”. O sea, los ferrocarriles. En años de socialismo, los clubes pertenecían al estado. Y la lógica era que un club fundado por obreros del ferrocarril fuera gestionado por el Ministerio de Transporte. Así fue. Con la caída de Ceaceuscu y la llegada de la democracia, los clubes se entregaron a empresarios y oligarcas. Llegaba el capitalismo más agresivo, con todo tipo de propietarios desfilando por los palcos. En el caso del CFR Cluj, siempre un equipo de segunda fila, significó tocar el cielo. El propietario del CFR Cluj entre los años 2001 y 2014, fue Árpád Pászkány, uno de los miembros más destacados de la comunidad húngara en Rumanía. Un tipo clave en el renacer de este equipo, considerado ahora como una de las potencias del deporte local. En 2004, el CFR Cluj ascendió a Primera gracias a su dinero y desde entonces, ha ganado siete ligas y se ha metido en la Champions derrotando al Manchester United o la Roma. En 2014, Pászkány vendió el club al empresario del sector de la construcción Marian Băgăcean. Y el CFR Cluj sigue ganando títulos. Son los vigentes campeones y este año siguen en la parte alta de la tabla.

El Stadionul Dr. Constantin Rădulescu, también conocido como Gruia, es donde el CFR Cluj disputa sus partidos oficiales. Foto: Валерий Дед bajo licencia Creative Commons 3.0.
El Stadionul Dr. Constantin Rădulescu, también conocido como Gruia, es donde el CFR Cluj disputa sus partidos oficiales. Foto: Валерий Дед bajo licencia Creative Commons 3.0.

Los mejores años del CFR Cluj han coincidido con los peores del Rapid de Bucarest. Durante los años de comunismo, el equipo mimado por el Ministerio de Transporte era el Rapid, capaz de ganar una liga y tres copas en los 60 y 70. Ahora la realidad es otra. El CFR Cluj gana siempre y el Rapid ha pasado por el infierno. En 2016, el histórico Rapid sufrió una bancarrota después de años de mala gestión. Para una hinchada que en 2003 había visto a los suyos ganar la liga, fue un golpe muy duro. Fundado en 1923 en el barrio de Gravita por trabajadores de los ferrocarriles, el Rapid siempre ha gozado de una hinchada muy fiel. Grivita es un barrio popular, famoso porque en 1933 el gobierno de derechas reprimió con dureza una revuelta obrera que dejó tantos muertos que, en 1946, el barrio se rebautizó como Grivita rosie. O sea, Grivita la roja. Los hinchas del Rapid provienen de esta zona, aunque su masa social se extendió a otros barrios populares. Y también entre muchas familias gitanas. El Rapid ha sido, tradicionalmente, el club más amado por la numerosa comunidad gitana rumana, provocando muchos ataques racistas contra el club, especialmente de hinchas del Steaua o el Dinamo.

La bancarrota de 2016 dejó un agujero que se llenó meses después, cuando un empresario, George Copos, creó el AFC Rapid en la quinta división. En medio de esa temporada, el antiguo director de marketing del Rapid, Horia Manoliu, compró el club, que ascendió de Quinta a Cuarta sin perder ni un partido gracias a la buena gestión del entrenador Mihai Iosif. El problema fue que el distrito número 1 de Bucarest, donde el club solía tener su sede y sus hinchas, lideró de forma conjunta con asociaciones de aficionados una campaña para crear otro Rapid porque consideraron que este AFC Rapid no representaba los valores históricos del club. Diferentes empresarios se sumaron al proyecto con la complicidad de antiguos jugadores muy amados y nació otro Rapid llamado inicialmente Mişcarea Feroviară CFR. El nuevo club fue inscrito en Quinta y rápidamente fue capaz de atraer a más de 9.000 personas al campo. Además, intentó fichar al entrenador del AFC Rapid. Y su presidente, Manoliu, cargó duramente contra el Ayuntamiento. O sea, el Rapid tenía una guerra civil entre sus herederos, que ascendieron juntos a Cuarta. En 2017, las autoridades juntaron las directivas de los dos clubes para intentar convencer a todos que lo mejor sería una fusión. Y así fue, creando el Academia Rapid, que ascendió a Tercera en su primer año de trabajo conjunto, con medias muy alta de espectadores. En un partido clave para ascender, más de 35.000 personas llenaron el Arena Nacional.

El estadio Giulești-Valentin Stănescu se demolió por completo en 2019 y se reemplazará por un nuevo estadio. Foto: Валерий Дед bajo licencia Creative Commons 3.0.
El estadio Giulești-Valentin Stănescu se demolió por completo en 2019 y se reemplazará por un nuevo estadio. Foto: Валерий Дед bajo licencia Creative Commons 3.0.

El club ascendió a Segunda en 2018, el mismo año que el amado estadio de Giulești, el Valentin Stănescu, que tenía muchas gradas aún de madera, fue demolido para dar paso a un recinto moderno. Y en 2020, llegó el retorno a Primera, donde sufre para evitar el descenso. Y todo, mientras algunos de los socios que crearon el AFC Rapid en 2016 han parido otro Rapid, bautizado Rapid 1923, que juega en Cuarta sin demasiados hinchas en el estadio.

Las vías de los dos clubes creados por trabajadores de los ferrocarriles, esos que hablaban húngaro en 1907, y los rumanos de 1923, se cruzan otra vez. Después de ascensos, descensos y refundaciones. De bautizar las entidades con nuevos nombres. Una hinchada, satisfecha, esa de Cluj. La otra, sufridora, esa del Rapid. Unos viajan en Primera y los otros en Tercera.

 

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Foto de portada: Richard Matthews bajo licencia Creative Commons 2.0.