Plaza Colonia, el milagro uruguayo


“Soy de este sitio”, decía Mario Benedetti en La Tregua. “Cada uno es de un solo sitio en la tierra y allí debe pagar su cuota”. El edificio 272 de la Avenida General Flores está situado en el corazón de la tranquila Colonia del Sacramento, una urbe de 26.000 habitantes en el suroeste de Uruguay. A pocos metros se puede llegar al Barrio Histórico de la ciudad, que es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. El edificio es la sede del Club Plaza Colonia de Deportes, y esta semana ganó su nueva atracción: el trofeo del Torneo Apertura del Campeonato Uruguayo 2021. Es solo el segundo título nacional de los Patas Blancas en 104 años de historia. El primero había sido el Clausura, en 2016, tras vencer a Peñarol en el estadio Campeón del Siglo, cuando ese pequeño club del interior del país pasó a ser conocido como “El Leicester de Uruguay”.

El domingo 15 de agosto, el reloj se acercaba a las 22:30 en Montevideo. Un poco más al norte, a 1.000 km, en Porto Alegre, también, ya que el huso horario es el mismo entre las dos ciudades. Plaza Colonia celebraba su título del Apertura -con una jornada de antelación- en el Estadio Alfredo Víctor Viera, tras vencer a Montevideo Wanderers por 0-2. Eduardo Espinel miraba al cielo, con los ojos llenos de lágrimas, Cristian “Cebolla” Rodríguez tenía una sonrisa en el rostro. En el estadio Beira-Rio de Porto Alegre, Diego Aguirre caminaba satisfecho tras la victoria de su Internacional por 4-2 ante el Fluminense. Unos minutos después, Diego Lugano publicaba eufórico en su cuenta de Twitter: “¡Felicidades a todos los Patas Blancas!”

Retrocediendo 19 años en el tiempo, tres de ellos coincidían a diario en Colonia del Sacramento. Diego Aguirre, que acababa de retirarse como jugador, se había hecho cargo del pequeño Plaza Colonia, que debutaba en la Primera División Uruguaya, para iniciar su carrera de entrenador. Eduardo Espinel era un central del equipo, que acababa de fichar cedido por el Nacional a un joven defensa para que le acompañara en la zaga: Diego Lugano.

Las vueltas que da la vida. Lugano tendría una carrera majestuosa en el São Paulo y en el Fenerbahçe, siendo el capitán de la Celeste durante muchos años. Aguirre tendría un recorrido consolidado como entrenador, en el que destaca el año 2011, cuando fue subcampeón de la Copa Libertadores con el Penãrol, siendo derrotado por el Santos de Neymar. En 2004, en su primera etapa con los Carboneros, lanzaría en el primer equipo a un tal Cristian “Cebolla” Rodríguez. Y Eduardo Espinel seguiría pasos humildes, entrenando a nivel amateur, hasta 2014. Fue entonces cuando Roberto “Chiqui” García, director deportivo del Plaza Colonia, decidió invitar al exdefensa a entrenar al equipo, que estaba en segunda división. “¿Me estás jodiendo, Chiqui?”, preguntó Espinel. Chiqui insistió en la propuesta. “Me estás jodiendo, boludo”, continuó el incrédulo exjugador del club. En su primer año consiguió llevar al conjunto a la primera división. En 2016, hizo historia: ganó el primer título nacional de Plaza Colonia, el Clausura de ese año. Su buen desempeño allí lo llevó a Valparaíso, a entrenar a Santiago Wanderers, sin mucho éxito. Luego pasó por el Wanderers uruguayo, el Guabirá boliviano y el Rampla Juniors, hasta que regresó a su sitio en 2021. Bueno, Espinel no es de Colonia -es de Soriano, un departamento vecino-, pero es como si lo fuera, ya que había pasado largos años allí antes de convertirse en el entrenador del equipo. Para la temporada, los Patas Blancas habían realizado un fichaje estrella: Cristian Cebolla Rodríguez, este coloniense, que se sumó al internacional Álvaro Fernández, que, como Espinel, es del departamento de Soriano.

En un país tan centralizado el Plaza Colonia carecía de una identificación con la población local. Y Uruguay es un país centralista. En la primera división de 2021 sólo tres equipos de los 16 no son de Montevideo. La capital del país tiene unos 1.300.000 habitantes, la segunda ciudad más poblada, Salto, tiene 104.000. Colonia del Sacramento tiene 26.000, y el estadio del Plaza Colonia, el Parque Cincuentenario Juan Gaspar Prandi, tiene capacidad para 4.500 personas. Tras el título de 2016, el segundo de un equipo del interior -el Rocha FC había ganado el Apertura en 2005-, Espinel se fue a Chile y el Plaza Colonia descendió, volviendo a la Primera en 2018. Cuando “Chiqui” decidió traer a Espinel en 2014 su objetivo era claro: “Había que traer a un técnico de la casa, de Colonia, que conociera la idiosincrasia de la gente del Interior”, dijo en una entrevista a Ovación. “Después salió campeón, se fue para afuera, no le fue bien y volvió. Y aquí, calza bien”. Y ese ha sido uno de los mayores objetivos de la dirección del club: forjar una identidad local. La mayoría de los jóvenes eran hinchas de clubes de fuera de la ciudad. No sólo de los de grandes de Montevideo, la capital del país, que está a 150 kilómetros de Colonia, sino también de los de Buenos Aires, que está a unos míseros 50 kilómetros de la ciudad. “Al principio, cuando agarramos a las formativas, a los 30 meses de que nos habíamos hecho cargo del primer equipo, iban a practicar con camisetas de Nacional, Peñarol, River, Boca, San Lorenzo, y ahí empezamos a buscar una identidad, fuimos por una línea y comenzamos a educar”. Actualmente hay un porcentaje de jugadores en la plantilla que tienen que ser colonienses y otro de jugadores que deben proceder de las divisiones juveniles.

El crecimiento futbolístico del club es evidente, pero no sólo a través del deporte rey la entidad busca crear vínculos con la sociedad local. “Esto es mucho más que fútbol o títulos“, dice el presidente Emilio Fernández a Ovación. “El club hoy tiene el fútbol que es el que te pone en la televisión, en las redes sociales y en las tapas de los diarios, pero el club también es básquetbol, vóleibol, handball, boxeo, natación, actividades inclusivas como el fútbol para ciegos, sordos y con síndrome de Down, esgrima, tenis en sillas de ruedas. El éxito es ese: lograr la identidad con el departamento y que todas las personas tengan un punto de contacto con el club ya sea en lo deportivo, profesional o amateur, pero sobre todo en lo social, por eso nuestro objetivo es ofrecer un mejor club todos los días”.

A pesar de la loable labor social, pocos elementos contribuyen más a la solidificación de una identidad entre una ciudad y una institución que el hecho de ganar títulos. Y eso se vio con la llegada del equipo a Colonia el lunes 16, después de ganar el Apertura en una campaña irreprochable: 15 partidos, 11 victorias, tres empates y sólo una derrota, con siete puntos de ventaja sobre el segundo clasificado, Nacional. Espinel, artífice del milagro de 2016, lo hizo otra vez en 2021, pero sigue con la humildad de un carpintero, que es lo que hace en sus ratos libres. “Tratamos de trabajar y se dan estas cosas”, dijo Espinel tras el título. “Con el tiempo tal vez sea más valorable este tipo de cosas que con la adrenalina no se deja disfrutar. Es una emoción tremenda”, añadió el entrenador, que conoce el club como pocos. “Tengo más de 20 años en Plaza Colonia. Conozco cada rincón del club y eso facilita el trabajo. Nadie me va contar cómo es el club. Las viví todas. Descendí como jugador en 2005, ascendí como entrenador en 2015, fuimos campeones en 2016 y pasé por todas las experiencias”, le dijo en entrevista a Referí antes del inicio de la temporada.

La conquista del Apertura es un logro extraordinario. Conquistar la liga uruguaya, que se decide cuando el primer clasificado de la tabla anual se enfrenta al ganador de una semifinal entre los campeones del Apertura y del Clausura, sería épico, así como jugar una Copa Libertadores por primera vez en la historia del club, fundado en 1917.

Una ciudad de 26.000 habitantes, un estadio de poco más de 4.000 plazas. Cuando, a su llegada a Colonia del Sacramento, los internacionales Cebolla Rodríguez y Álvaro Fernández, junto con Espinel y el resto de la plantilla, se mezclaron con la orgullosa multitud local, con banderas y camisetas de la afición ondeando en el aire, se trataba de una rara ocasión en la que no eran los hinchas de uno de los gigantes de Montevideo los que celebraban un título nacional. En el aire, las palabras de Benedetti resonaban con furia: “Yo soy de aquí“, escribió el poeta uruguayo en su novela de 1960. “Aquí pago mi cuota“.

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