Toma de decisiones – MarcadorInt


Te despiertas y decides si posponer la alarma. Decides si le echas café al azúcar. Si le pones tomate al pan. Si desayunas en casa o te lo comes en el trabajo. Si irás andando o prefieres coger el bus. Mascarilla quirúrgica o FFP2. Solo son las siete de la mañana del lunes y ya has tenido que tomar cuatro o cinco decisiones. Y eso por no hablar de los vaivenes claves de tu vida. Declararte a la persona que te gusta. Divorciarte de tu pareja. Tener hijos. Aceptar o dejar un trabajo. Ya dicen que menos de equipo de fútbol -y de marca de tabaco- se puede cambiar de todo. Cerca de la treinta uno ve que esto del tiempo es como Nico Williams: cada vez va más rápido. Cada día hay que decidir más acerca de qué hacer, cómo y dónde, para luego tener que vivir con las elecciones y, sobre todo, sin lo escogido. Ser adulto es convertirse en un cementerio de descartes.

Basta una situación para entender la fragilidad del destino. Imagina que has discutido con tu pareja. Los dos sois del mismo equipo, que está palmando. En el descuento, remontáis. Decides acercar la mano. “Venga, no nos enfademos”. La otra persona se muestra receptiva. Folláis en el sofá como si no hubiera mañana, porque los lunes por la noche hay que hacerlo así. La cosa es que se rompe el condón. No os dais cuenta. Hay gol en Las Gaunas. Decidís tenerlo. A los nueve meses, niño con problemón bajo el brazo. A los cinco años, al chaval le gusta el fútbol. Os van diciendo que se le da bien. Lo llama vuestro equipo. Debuta con 17 años. Marca el gol decisivo. Gana el Balón de Oro. Ahora volved a la primera línea e imaginad que el equipo no remonta. No hay polvo, no hay niño, no hay Balón de Oro.

El fútbol refleja lo que puede cambiar una decisión. Un partido es una concatenación de buenas y malas decisiones. El mediapunta decide filtrar un pase, el defensa decide tirarse al suelo pero no llega, el delantero chuta a su derecha, el portero se lanza a su izquierda. También hay decisiones fuera del campo. Dembélé decide no renovar. La Junta decide venderlo. Xavi decide que no juegue.

Se suele decir que jugadores como el francés no deciden bien. A veces fuera del campo, como en esta ocasión. Nadie criticó que se declarara en rebeldía cuando lo quisieron traer del Borussia Dortmund. Eso demuestra que el fútbol es un deporte de trincheras y no importan tanto los actos y los hechos como el color de la camiseta que se lleve. Dentro del campo, la toma de decisiones también es anárquica en Dembélé. Es un trampantojo, un jugador enigmático, de esos cuadernos que no tienen la solución ni al final. No sabes si es un comercial de Tecnocasa o el tímido de última fila que saca malas notas. “Seguramente el amor sea una variante del chantaje”, escribió el francés en su comunicado. Si Dembélé fuera escritor, no sabríamos si es un poeta o un influencer que le da al intro muchas veces.

Dembélé, un poco como todos, es víctima de la expectativa. Preso de la ilusión que despertó su fichaje. Siembra la esperanza cada vez que encara. Cuando Dembélé coge la pelota empieza un día en el que te pueden atropellar o te puede tocar el Euromillón. Cuando Dembélé controla tiene en sus pies la esencia del fútbol: nadie sabe qué va a pasar y cada uno se imagino su historia. El fútbol es un regalo de Navidad sin abrir. Cada pretemporada es una lista a los Reyes. Cada fichaje viene con el papel más bonito pero hay que abrirlo para saber lo que hay dentro.

Los futbolistas deciden. Tú decides. Yo mismo he decidido escribir este artículo. Y ahora estoy decidiendo escribir exactamente esta frase. A veces somos un portero y se nos juzga por el acierto o el error de una decisión. También puedes ser un mediocentro, sobre todo un lunes por la mañana: asegurar pases y meter algún palo de vez en cuando. A todos nos gustaría ser delantero y llegar puntual a las citas importantes. Pero me temo que la mayor parte del día somos un extremo de los impetuosos, que apuran línea de fondo, que generan un rumor en la grada y una posterior decepción. “Tiene que mejorar la toma de decisiones”, dicen los analistas de nosotros.

Imagen de portada: Xavi Heras / Marcadorint