Urs Fischer: Radiografía de una leyenda de Union Berlin


Tras 5 años y medio llenos de éxitos, el Union Berlin y Urs Fischer han decidido separar sus caminos después de una inexplicable mala racha que ha llevado al equipo al último puesto de la Bundesliga. Del cielo al infierno hay un paso y el conjunto berlinés ha pasado en 12 meses de pelear por el liderato de la competición a sumirse en una racha de derrotas que incluso puede hacer peligrar el mantenerse en la máxima categoría. Sin embargo, este prolongado bache no puede eclipsar la labor del que ya es sin duda el mejor entrenador de la historia del Union, como le han demostrado club y afición apoyándole hasta el último segundo en el que las fuerzas de sacar esto adelante se le terminaron. ¡Habrá que ir encargando la estatua de Urs para poner en la entrada junto a la de los héroes de 1968!

«Mierda, hemos ascendido»

Urs Fischer llegó al Union Berlin en verano de 2018 sin hacer mucho ruido. El técnico suizo tenía mucha experiencia en su país tanto de jugador como de entrenador. Como futbolista triunfó tanto en el Zurich como el St. Gallen, jugando más de 200 partidos con cada uno e incluso llegando a la Selección de Suiza en la que participó hasta en 4 partidos. Pero un tipo tan metódico como él estaba predestinado a los banquillos. Su querido Zurich le dio la primera oportunidad como técnico y de ahí pasó al FC Thun y al Basilea. Con este histórico equipo de Suiza logró dos títulos de Liga y pudo disfrutar de su primera experiencia en la Champions League.

Con este currículum apareció Fischer en Köpenick dispuesto a asentar al equipo en la parte medio-alta de la clasificación. Y no pudo empezar mejor. En la primera vuelta los Eisernen no perdieron ningún partido, logrando incluso un tanto agónico del guardameta Gikiewicz para arrancar un punto frente al Heidenheim. Esto hizo creer al equipo en que aquella temporada podrían hacer algo grande. La segunda vuelta no fue tan regular pero aun así lograron llegar a la última jornada con opciones de ascenso directo. Los resultados les favorecían y un triunfo en Bochum les daba el pasaporte a la Bundesliga. Tras ir perdiendo por dos goles, conseguirían el empate pero se quedarían a las puertas del sueño de la máxima categoría, que tendría que llegar en el playoff de ascenso ante un histórico del fútbol alemán como el Stuttgart.

Union Berlin viajó a Baden-Württemberg sin nada que perder y en el encuentro de ida logró un valioso empate a 2. En la vuelta en Berlín el partido fue muy peleado y trabado pero conforme pasaban los minutos el Union se hizo fuerte en defensa y sabía que si no encajaba, el ascenso estaba en su mano. Así fue y el encuentro terminó sin goles. Aquello fue una explosión de júbilo, Urs Fischer lo había logrado. ¡El Union era de Bundesliga! El entrenador suizo dejó una icónica imagen mirando a la grada y celebrándolo con los brazos en alto. Llamaba la atención ver a Urs tan feliz, un tipo serio, amante de la pesca en las montañas suizas… perdió la compostura por una vez aunque la ocasión lo merecía.

El equipo había mostrado aquella temporada las señas de identidad que definirían a su equipo durante todos sus años en Berlín: Seguridad defensiva, velocidad a la contra y contundencia a balón parado. En Bundesliga las consignas se mantuvieron y, aunque muchos en Alemania criticaban lo rudimentario del juego Unioner, lo cierto es que era muy reconocible y sobre todo muy efectivo. Un tipo realista como Fischer era consciente de las virtudes pero sobre todo de las limitaciones de su equipo. En una temporada compleja donde el Covid frenó la competición durante varios meses y el Union perdió a su jugador más importante, el número 12 que llenaba sus gradas semana a semana, los de Fischer lograron salvarse a falta de 3 partidos. De esta manera rompieron los pronósticos de todos aquellos que pensaban que los Eisernen serían flor de un día en la Bundesliga.

Europa, Europa, Europa

Tras la irrupción del Union en Bundesliga, la segunda campaña parecía todavía más complicada. Fischer perdió a varias figuras como Gikiewicz en portería y Andersson en ataque, piezas claves en el ascenso y la permanencia en la élite. Pese a ello, el técnico suizo armó un bloque igual de consistente pero con un punto más de magia con la llegada de un jugador con la calidad de Max Kruse. La temporada fue maravillosa y los Eisernen llegaron a la última jornada con opciones de entrar en la Conference League. Para ello, debían ganar en casa al RB Leipzig. Hubo que esperar al descuento para que el propio Kruse marcara de cabeza a centro de Sheraldo Becker y sacara el pasaporte para viajar por el continente al curso siguiente. El Dios del fútbol estuvo del lado Unioner y aquel éxito se celebró como un título.

El curso siguiente redoblaba la dificultad, ya que Europa podía despistar a los Eisernen de su verdadero objetivo: seguir un año más en Primera. Urs Fischer lo repetía una y otra vez «Queremos llegar a los 40 puntos. Esa es nuestra meta». El argumento perdió fuerza cuando el equipo rebasó esta mágica cifra a falta de unas cuantas jornadas. La pérdida de Kruse en el mercado invernal hizo que otros jugadores como Awoniyi tuvieran que dar un paso adelante y el equipo volvió a encontrarse en mayo con la posibilidad de repetir aventura europea. Y así fue, el Union  escalaba un peldaño y se colaba en la Europa League. ¿Había tocado techo Urs Fischer o el equipo todavía podía dar un paso más?

La respuesta a esa pregunta se dio muy pronto cuando el Union se colocó líder de la Bundesliga durante 7 jornadas. Con un juego poco vistoso pero muy efectivo donde las estadísticas de goles esperados perdían su sentido semana a semana el equipo era capaz de sacar los partidos adelante de forma inexplicable, sin duda los jugadores estaban tocados con una varita, la del mago Urs Fischer. El equipo se asentó en la parte alta mientras competía en Europa eliminando a un grande del continente como el Ajax. Se empezó a soñar con clasificar a Champions League y un tanto de Rani Khedira, la voz de Fischer en el césped, lo hizo posible. El reconocimiento a Urs le llegó de sus colegas y periodistas que le dieron el premio a mejor entrenador de la temporada 22/23, un trofeo más que merecido.

Un final triste pero que no empaña la leyenda de Urs Fischer

Con la llegada de jugadores como Gosens, Volland o Bonucci parecía que el equipo estaba preparado para instalarse en posiciones europeas de manera definitiva. Más aún, después de un gran comienzo y de dar una gran imagen en el Bernabéu, pero el fútbol es caprichoso… Una racha malísima fue hundiendo al equipo, que cayó en unas dudas y una falta de autoestima alarmantes. La varita de Fischer había perdido su poder pero nadie en el club ni en la afición le quiso dejar solo. El presidente Dirk Zingler lo dejó claro: «Mientras él esté con fuerzas le apoyaremos». Pero esas fuerzas se agotaron el pasado lunes y ambas partes decidieron que lo mejor era un cambio. El propio Zingler dijo que nunca pensó que este momento llegaría, que tendrían que plantear un futuro sin Fischer. Pero así es el fútbol y así es la vida.

Comienza una nueva etapa, pero es momento reconocer el trabajazo de la leyenda Urs Fischer. No estamos tristes porque ha terminado, sino contentos por todo lo que hemos vivido. DANKE URS.